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Carlos González

Trabajemos todos los días por la igualdad

Actividades en el CEU por el 8M

Es indudable que, afortunadamente, en los últimos años hemos dado pasos decisivos en nuestro país hacia la igualdad efectiva entre hombres y mujeres, pero no es menos cierto que la brecha de género sigue siendo inadmisible, siendo especialmente acusada en el ámbito laboral. Y tenemos que ser conscientes de que la desigualdad de las mujeres en el trabajo incide directamente en otras facetas de su vida privada, en su autonomía y en definitiva en su desarrollo personal y en su libertad.

Las cifras dicen que la tasa de actividad de los hombres está 10 puntos por encima de la de las mujeres y la tasa de paro femenina es tres veces mayor que la masculina. A ello se suma que los contratos más precarios, los temporales y parciales, son en un 60% de mujeres.

Las mujeres cobran menos que los hombres por el mismo trabajo y, además, en muchos casos se ven obligadas a trabajar a media jornada para poder compaginarlo con tareas del hogar y el cuidado de familiares. Es necesario acabar con el fenómeno llamado ‘suelo pegajoso’ (sticky floor), que viene a definir una realidad laboral que afecta a gran parte de la mano de obra femenina y que está caracterizada por la baja calidad del empleo, el tiempo parcial, la temporalidad y los sectores de actividad y ocupaciones vinculadas a tareas de limpieza y cuidados y atenciones personales, empleos donde se dan las peores condiciones laborales y los más bajos salarios, y que se revela como un potente adhesivo que impide a las mujeres progresar en una profesión.

Y junto al ‘suelo pegajoso’ hay que acabar con el ‘techo de cristal’, esa barrera invisible que impide a las mujeres llegar a los puestos de alta responsabilidad. No se trata de un obstáculo a nivel legal, son barreras invisibles basadas en prejuicios que persisten en la sociedad desde hace años y con los que tenemos que acabar.

Es labor de todos y todas contribuir al empoderamiento de las mujeres. El papel de las administraciones públicas es determinante, pero también lo es que, desde el ámbito privado, todas las personas trabajemos para que las mujeres ocupen el lugar que merecen en los distintos ámbitos.

Estoy convencido de que la reforma laboral recientemente aprobada por el Gobierno de España mejorará la calidad del empleo y reducirá la brecha de género que todavía existe en el mercado laboral. La primacía del convenio colectivo sectorial sobre el acuerdo de empresa en materia salarial va a repercutir especialmente en las empleadas de sectores con bajos salarios.

Pero al margen de este tipo de medidas efectivas en el marco legal, es necesario que la sociedad ponga en valor la capacidad de las mujeres para alcanzar puestos que siguen estando copados por hombres.

Una labor que debe comenzar desde edades tempranas, desde la educación en la escuela, pero también en casa. Como dijo el ex ministro Pedro Duque “la igualdad entre hombres y mujeres es una prioridad, pero, además, en el caso de la ciencia y la innovación es una necesidad, no podemos perder el talento de las mujeres, que son más de la mitad de la población, bajo ninguna circunstancia”.

Es necesario acabar con los roles y los estereotipos de género que hacen que un gran porcentaje de mujeres opten por profesiones vinculadas al cuidado, la educación y los servicios y los hombres al sector de mecánica, ingeniería o matemáticas. Según diversas investigaciones, estos estereotipos se consolidan cuando los niños y las niñas tienen entre cinco y siete años. Por ello, es fundamental luchar contra estos roles en la escuela y en el seno de las familias.

Coeducar es educar bajo un modelo libre de machismo, en igualdad, superando los estereotipos y aportando las mismas herramientas a niños y a niñas para que desarrollen sus capacidades.

Y junto a la coeducación tenemos que seguir avanzando con la implantación de medidas de acción positiva, instrumentos básicos para conseguir acabar con las desigualdades y demostrar que las mujeres tienen la misma capacidad que los hombres para desarrollar todo tipo de trabajos. Hay que tener en cuenta que la mujer siempre parte de una situación de desventaja que es necesario corregir mediante estas medidas. Un ejemplo de ellas, son las políticas de cuotas, cuya efectividad se ha demostrado en los últimos años.

En resumen, podríamos decir que alcanzar la igualdad real pasa por un cambio de mentalidad en la sociedad eliminando las barreras y acabando con los prejuicios y sesgos inconscientes de género que existen hacia la mujer y hacia su capacidad para ocupar determinados puestos que en la actualidad ostentan los hombres. Y junto a ellos, las empresas y las instituciones públicas también tienen una importante responsabilidad que es la de aplicar medidas y normas jurídicas que faciliten acabar con la brecha de género. Trabajemos cada día por la igualdad, sólo así acabaremos con todas las manifestaciones de desigualdad.

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