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Antonio Balibrea

Carta desde el Sahara

Concentración en demanda de un Sáhara libre

El planteamiento es acertado; pero la realización, comunicación, y puesta en escena es difícil hacerla peor. Iván Redondo vendía mucho mejor los golpes de efecto. Posiblemente, habría que haber especificado los cambios estratégicos que se han producido en el Magreb desde el regate de Donald Trump cuando le cambió a Mohamed VI el reconocimiento del desierto, en el Sahara, por el reconocimiento del Estado de Israel, en el desierto. Soberanía por soberanía.

La última jugada del expresidente Trump supuso variar de forma sustancial el equilibrio de fuerza existente en el Magreb. El reconocimiento mutuo entre Marruecos e Israel implica un incremento sustancial de armas modernas que varía la relación de fuerzas entre Marruecos y Argelia a los que solo separa un alto el fuego, sin que se haya firmado la paz tras el último enfrentamiento. Israel ha vendido a Marruecos el sistema de espionaje, seguimiento y escucha de teléfonos móviles “Pegasus” utilizado incluso para el seguimiento y localización de algunos presidentes europeos; sistema que puede complementarse con los drones más modernos con misiles teledirigidos. Se supone que Israel sólo puede venderlos a los servicios de seguridad de los países aliados.

“Reconozco la importancia que tiene la cuestión del Sahara Occidental para Marruecos y los esfuerzos serios y creíbles de Marruecos, en el marco de Naciones Unidas, para encontrar una solución mutuamente aceptable en este sentido, España considera la propuesta marroquí de autonomía presentada en 2007 como la base más seria, creíble y realista para la resolución de este diferendo”. Éste es el párrafo de la discordia. El presidente del Gobierno en su carta dirigida al rey de Marruecos reconoce la propuesta marroquí de autonomía como la base “más seria, creíble y realista”. Se ha entendido como un respaldo a la propuesta marroquí, frente a la exigencia de independencia del Frente Polisario. Sin embargo, es necesario recordar que lo sitúa “en el marco de Naciones Unidas, para encontrar una solución mutuamente aceptable". Dos afirmaciones que en buena parte son antitéticas. Sánchez deja la posición de España en la indefinición, qué es la misma en la que se sitúan la mayoría de los socios europeos. Es el caso de Francia que es un socio preferente de Marruecos; de Alemania, que se va a beneficiar del sol saharaui convertido en Hidrógeno Verde, que es el combustible del futuro, basándose en la energía solar del Sahara. Mientras España tiene serios problemas con Ceuta y Melilla dónde hace meses que no pasan los “porteadores”; sí que saltan con mucha frecuencia la valla los subsaharianos ante la indiferencia de Marruecos. Lo importante que plantea la carta el presidente Sánchez es una serie de temas en que puede haber un acuerdo por ambas partes. Puede haber cooperación en la gestión de los flujos migratorios en el Mediterráneo y en el Atlántico, hacia las Canarias "todas estas acciones se llevarán a cabo con el fin de garantizar la estabilidad e integridad territorial de nuestros dos países". Es decir, olvidar las reivindicaciones marroquíes sobre Ceuta y Melilla e incluso sobre las Canarias y su plataforma territorial que probablemente tenga gas o petróleo. Además de la cooperación policial contra las mafias de la droga y antiterroristas. Dentro de los intereses españoles en el norte de África, España puede adquirir compromisos económicos de inversiones igual que Alemania o Francia, o quedarse descolgada de la presencia de la Unión Europea en Marruecos. La defensa de la independencia del Sáhara frente a Marruecos respaldado por Estados Unidos e Israel es inviable; no pasaría el Consejo de Seguridad sin el veto USA. Ni siquiera Biden podría enfrentarse al lobby judío de su país. No permitirá que el referéndum de la independencia se apruebe en el Consejo de Seguridad, por eso la Secretaría de Estado se ha felicitado por la carta de Sánchez

Una carta es una carta, es una propuesta, son sugerencias, pero en ningún caso es un tratado, un compromiso. Pero puede llegar a serlo. España recuperaría el retraso con respecto a otros países europeos y no por ello deja de moverse en el marco de las resoluciones de Naciones Unidas. La carta no la debería haber hecho pública el rey de Marruecos; sino, la Moncloa y acompañarla de las correspondientes y rigurosas explicaciones, rigurosas, no vergonzosas, y que los defensores de tanta autenticidad respondan a esto: ¿Qué es prioritario para España su seguridad e integridad territorial, el control de los movimientos migratorios o la independencia del Sahara suponiendo que fuera viable y estuviera a su alcance?

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