Lo de Évole estuvo al quite. Donde había que estar. Reuniendo en la noche de los Óscar al cuarteto de actrices que nos hicieron soñar, Azcona y Trueba mediante, aquella madrugada de hace tantos años. El encuentro de Jordi con Penélope Cruz, Ariadna Gil, Maribel Verdú y Miriam Díaz Aroca tuvo algo de terapéutico. Y, por supuesto, de gol para la televisión pública. Porque, vamos a ver, si La 1 no está para esas cosas, ¿para qué está?
El balance de daños en TVE comienza a ser dramático y quienes tenemos cariño al enfermo comenzamos a cansarnos de su enfermedad crónica. Retiraron el magacín del mediodía de Ion Aramendi por baja audiencia y las recetas de los hermanos Torres hacen un 4%. Ahora que por fin se deciden a retirar los Cachitos bis de lo que los técnicos llaman el «acceso al prime time» (traducido: conseguir que los programas importantes de la casa no arranquen hasta que acabe El hormiguero, para intentar que los vea alguien), se sacan de la manga Enredados, un formato presentado por Sara Escudero y María Gómez, cuyo resbalón puede hacer historia.
A todo esto, La 2 emite diariamente, sin despeinarse, España a ras del cielo, el programa viajero de Francis Lorenzo, contra el que no tenemos nada si no fuera porque es su décima reposición. Justo a esa hora de la tarde que pide a gritos un programa de producción propia que sirva a la cadena de ventana que se asoma a la realidad. O para recuperar La 2 Noticias, que perdimos hace 24 meses.
Arrepentidos como parecen de haber puesto en marcha Las tres puertas y Las claves, por sus malos resultados, deducimos que la programación que nos espera cuando estos concluyan en La 1 puede ser desoladora.
