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Miguel Ángel Santos Guerra

Masculinidad tóxica

Chris Rock y Will Smith.

La gala número 94 de los Oscar, celebrada el pasado 27 de marzo en el Dolby Theatre de Los Ángeles, ha quedado marcada por el bofetón que Will Smith propinó al presentador Chris Rock a la vista de millones de espectadores. El mundo entero ha visto las imágenes una y otra vez y la gala ha quedado ensombrecida por la agresión televisada para el mundo entero. El eco de la bofetada ha llegado a los confines del mundo.

Lo nunca visto. El actor, que iba a ser galardonado con el Oscar a mejor actor principal por su interpretación en la película “El método Williams”, se levantó de su asiento, subió al escenario y, ante el asombro del golpeado y de los espectadores presentes y ausentes, le soltó una bofetada que bien pudo tumbarlo. Fue su respuesta a la broma que el presentador acababa de hacer sobre la alopecia de su mujer, Jada Pinket.

La causa del arrebato agresivo del galardonado actor fue, como digo, una broma que hizo el presentador sobre la alopecia de su esposa. Si no entendí mal, dijo que tendría que ver la película “La teniente O´Neal” 2, de Ridley Scott. Como se recordará, dicha está protagonizada por Demi Moore, que aparece en la película con la cabeza rapada.

Y aquí aparece otra cuestión problemática. ¿Tiene límites el humor? ¿Tiene límites la libertad de expresión? Creo que sí. Una cosa es la libertad de expresión y otra la libertad de agresión. Una broma es de recibo si hace reír a quien la hace y a quien la recibe. Pero si hace reír solo a quien la hace y a quien la escucha, pero hace sufrir a quien la recibe, no es admisible. En este caso, estamos hablando de una broma sobre una enfermedad, sobre un problema que acompleja a muchas personas. Fue manifiesto el gesto de disgusto que dibujó la broma en la cara de la actriz.

A grito limpio, el agresor dijo dos veces seguidas estas palabras, cuando regresó a su asiento:

  • Saca el nombre de mi mujer de tu puta boca.

La Academia le pidió que abandonara la sala, pero el actor se negó. Hubo quien pensó que todo estaba preparado. Bien se sabe que la línea entre realidad y ficción en la televisión es más tenue de lo que muchas veces pensamos. Parece ser que no fue una escena planificada. Cuando encendemos el aparato de televisión y vemos una escena de disparos y bombas, no sabemos si estamos viendo la secuencia de una película bélica o unas escenas en directo de la guerra en Ucrania.

El actor ha pedido públicamente disculpas. Ha hecho bien. La violencia es inadmisible. Will Smith dice en su perfil de instagram que la violencia es venenosa y destructiva. Tiene razón. La Academia estudia las consecuencias que ha de tener la violenta reacción de Will Smith, aunque parece ser, que no va a ser desposeído de su Oscar. Así como el ejemplo que brindó a la millonaria audiencia fue desastroso, le honra que haya pedido perdón de manera rápida, pública y, espero, que sincera.

Lo que quiero destacar de esta bofetada planetaria, en primer lugar, es la repercusión que un hecho puede tener en el mundo entero. ¿Cuántas personas han visto la escena? Millones. Nunca antes se había difundido a tanta velocidad un fenómeno como este. De ahí la enorme responsabilidad de los protagonistas. El protagonismo de este tipo de personajes tiene una especial influencia en la juventud, porque les admiran y convierten en modelos de comportamiento. En las escuelas y en las familias tratamos de inculcar valores a nuestros alumnos y a nuestros hijos y, en unos segundos, se puede destruir el esfuerzo de muchos años. Bandura nos recuerda y nos demuestra que el aprendizaje vicario tiene una enorme eficacia.

Pero lo que fundamentalmente quiero plantear es la repercusión que el hecho ha tendido entre los jóvenes y las jóvenes del mundo. Muchos han concluido que ese es el comportamiento deseable, el termómetro del amor. Si no eres capaz de hacer eso por tu pareja, es que no la quieres, concluyen.

Me preocupa este matonismo testimonial del amor. En estos hechos se ve de manera clara que la mujer es una posesión del varón y que la misión de este es defenderla ante cualquier agresión. Igual que el hombre defiende sus posesiones materiales, defiende y protege también su otra posesión, que es la mujer. De ahí no es difícil pasar al control, a los celos, a la invasión de la intimidad en la lectura de mensajes, al sometimiento y a la dependencia.

He visto numerosos tik toks en los que se dice de manera literal lo siguiente:

- Si no me vas a defender como Will Smith defendió a s su mujer, mejor no quiero nada contigo.

Es decir, que es la mujer quien reclama y exige esa protección, esa defensa. No hay mayor opresión que aquella en la que el oprimido mete en su cabeza los esquemas del opresor.

Es un retroceso de muchos años. Me preocupa que las jóvenes no sean más sensibles y más valientes en la defensa de su autonomía, del terreno conquistado con tanto dolor y tanto esfuerzo.

  • Me han ofendido a mí y yo me sé defender solita. Sé analizar lo que ha pasado y no soy ni torpe ni cobarde para decir que no estoy dispuesta a aceptar una ofensa.

Es curioso. Mi hija adolescente me ha enseñado diversos tik toks en los que se propone el bofetón como una demostración indiscutible de la auténtica naturaleza del amor.

El macho indignado defiende violentamente a la hembra ridiculizada, sale públicamente en la defensa de su honor y soporta las consecuencias de la agresión… Ese carácter público tiene mucha importancia. La chica viene a decir: que todo el mundo vea lo que me importas. Y así, el matón, el pendenciero, el violento se convierte en una pareja codiciada de la que ella se siente orgullosa. El chico muestra orgulloso la belleza de su pareja y esta exhiba la fuerza de su chico.

Como si ella sola no supiera o no pudiera o no quisiera defenderse. Como si la fuerza del golpe fuese el indicador más auténtico del amor.

  • Si me quieres, serás capaz de golpear a quien no me respete… Porque tú eres mi guardián.
  • Si eres capaz de machacar a otra persona, y arrostrar las consecuencias habrás demostrado que yo te importo.

Obsérvese que la defensa se produce mediante una agresión física, es decir, mediante la fuerza bruta. Y, además, tiene un carácter exhibicionista. El golpe se propina en presencia del mundo entero.

  • Entérate de lo que me importas, querida, y que se entere también todo el mundo.

La hija de Will Smith, Jaden, defiende el comportamiento de su padre. Dice literalmente: “Así es como lo hacemos”. Pues no, a no ser que añadas algo: “Así es como lo hacemos mal”. ¿Qué hubiera pasado si el humorista agredido hubiese respondido de la misma forma, propinando un puñetazo a su padre? ¿Ese es el camino para defender las ideas y los derechos?

Antes hablaba de la repercusión mundial de un hecho como este. Me escribe desde Argentina mi querido amigo Horacio Muros, director del colegio El Molino, en la provincia de Mendoza:

“No sabes cuánto ha repercutido en la escuela el cachetazo de Will Smith… La onda expansiva de la violencia ha sido como si una piedra hubiera impactado en un camoatí… En estos dos días pasados, hemos vivido una sucesión de distintos hechos de violencia entre los alumnos, tal vez como reflejo de este triste episodio. Ha sido una legitimación oficial de la violencia”.

Del pequeño espacio de un aula a la gran tarima de la gala de los Oscar que llega a todos los rincones del planeta. Una lección extraída del currículum de la vida. Cómo no recordar el hermoso libro de Eduardo Galeano “La escuela del mundo al revés”. Un título en el que nunca he sabido dónde hacer la pausa, si después de la palabra escuela o después de mundo. En cualquier caso, qué gran libro.

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