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Rafael Simón Gil

Las mujeres necesitamos más “chachas”

La vicealcaldesa, Sara Fernández, y la edil de Podemos Zaragoza, Amparo Bella.

Uno de los dramas que acosan permanentemente a nuestra lábil democracia (no en vano The Economist rebajaba hace un mes la calidad democrática del vigente régimen @sanchezcastejon de “democracia plena” a “defectuosa”) es lo decepcionantemente frágiles que resultan nuestros representantes políticos, hombres y mujeres, sin distinción de género. Dar un paseo por los currículos morales, profesionales, intelectuales y culturales de ellos y ellas resulta deprimente. Desde que el más inteligente y preparado de todos, según se autoestima el alfa Pablo Iglesias, confundiera sin rubor y con absoluta ignorancia la obra cumbre de Kant (filósofo alemán enterrado en Kaliningrado, antes Königsberg, para conocimiento de quienes hayan estudiado sometidos a las últimas tendencias educativas que nos privan de la cronología histórica y la filosofía), “Crítica de la razón pura”, transformándola en “Ética de la razón pura” (Iglesias pasa por ser profesor universitario, luego imaginen cómo pasan de curso sus alumnos y alumnas), desde ese dogma de erudición de género, digo, las cosas no han podido ir a peor. Si la Ética de la razón pura de la que nos habla Iglesias la depuráramos bajo el filtro de declaraciones, gestos, actitudes y otros menesteres protagonizados por ellos y ellas, créanme que la cal de la ignorancia intelectual acumulada nos obligaría a comprar un poderoso detergente para limpiar esas arterias obstruidas por el sectarismo y la demagogia.

Un día fue el ínclito Monedero, una suerte de Saint Just de la Revolución Pendiente, un incorruptible que, sorprendido in fraganti con 425.150 euros declarados a través de una empresa, paga al Fisco 200.000 para evitar una sanción fiscal. Habrá advertido cualquiera de mis dos lectoras que si les hubiera ocurrido lo mismo a ellas echarían de inmediato mano a la cartera (Göring lo habría hecho a su pistola) para sacar de su bolsillo 200.000 euros de nada y allá esas pajas. Pero no pasó nada gracias a la Ética de la razón pura. Empero, la pregunta es: ¿si Hacienda no lo hubiera detectado habría sido tan diligente el Saint Just español con sus obligaciones fiscales? Contesten ustedes mismas tras ver si en los bolsillos llevan suelto esa calderilla de 200.000 euros. También pudimos enterarnos de que otro de los jacobinos del amado líder Iglesias, Íñigo Errejón, tuvo sus “problemas” con la Universidad de Málaga a raíz del expediente que se le abrió por las “faltas repetidas de asistencia al Trabajo” y de “transgresión de buena fe contractual y abuso de confianza” respecto del cobro de una beca por realizar una investigación sobre la vivienda en Andalucía tutelada, bajo la ética kantiana, por el que fue luego cabeza de lista de Podemos en… Málaga. La Ética de la razón pura. Como no hay dos sin tres (y sin cuatro, cinco, seis…), resulta que otro de los azotes contra la corrupción y la amoralidad de los políticos y la política en España, Pablo Echenique, venido de Argentina entre otras cosas para darnos lecciones de moralidad, era condenado en firme por la contratación irregular de su asistente. Pero no pasó nada, sigue dándonos lecciones de moral, estética y Ética de la razón pura.

El otro día fue la podemita zaragozana Amparo Bella quien arremetía contra la hoguera plantada por Alicante en esa ciudad tachándola de “horrible ninot” (llamándose Bella debe tener el concepto estético muy alto tras haber leído el libro de Adorno Teoría de la estética, aunque me temo que no lo haya entendido -a Adorno- aplicándolo a las Hogueras de San Juan). Con la inexistente Ética de la razón pura de Kant, concluimos que las manifestaciones las realizó fuera de contexto. Y también fuera de contexto y texto, la delegada del Gobierno en Ceuta, la socialista Salvadora Mateos, olvidando que su pretérito líder socialista Largo Caballero sentenció que Tampoco creemos en la libertad”, dijo entre sonrisas: “En Ceuta, sobre todo las amas de casa, estamos deseando que vengan las muchachas, empezando por mí...”; “Que estar trabajando aquí por la mañana y estar de limpieza por la tarde la verdad es que cuesta”. Ya ven, resulta que nuestra feminista delegada del PSOE llama “muchachas” [chachas] a las inmigrantes que todos los días deben cruzar la frontera para servirla en las tareas domésticas porque, la verdad, es que cuesta. Irene Montero no ha podido replicarla, conoce muy bien el problema del “servicio” y las “niñeras” resolviéndolo desde la perspectiva de género: todo mujeres.

Hay más. La alcaldesa de Gijón, Ana González, del PSOE, pronunciaba esta semana una de las frases más profundas, gnósticas y de fenomenología transcendental husserliana desde que Pablo Iglesias publicara Ética de la razón pura. La alcaldesa trató el problema de los hombres desde la perspectiva ontológica de género: “Me empeño en creer que los hombres no son animales, que son seres humanos”. No sabe usted, alcaldesa, lo aliviados que habrán quedado millones de hombres al conocer que una filósofa de su reputación les dice que quizá no son animales, sino seres humanos. Y suma y sigue. El Ayuntamiento de la España vaciada, Soria, cuyo alcalde es Carlos Martínez, del PSOE, anuncia un taller con el título “Píntate el toto”, dirigido con perspectiva de género a las mujeres dentro del II Ciclo de encuentros para el feminismo de Soria. La iniciativa, que bajará las cifras de paro de las mujeres sorianas, se realiza con el fin de “visibilizar la vulva y el placer femenino”. Esto da idea de donde pueden ir aterrizando los 20.000 millones de euros asignados al Ministerio de Igualdad de Irene Montero, quien ya resolvió el problema que tanto acucia a la delegada del gobierno de Ceuta sobre las “muchachas”. “En Ceuta, sobre todo las amas de casa, estamos deseando que vengan las muchachas, empezando por mí”. ¿Qué habría pasado si la frasecita la hubiera pronunciado Isabel Ayuso? Yo lo sé y ustedes dos también. Ellos y ellas también. A más ver.

(spoiler togado) “La deriva del Ministerio Fiscal”. “Asistimos a un significativo deterioro de la autonomía y de la imparcialidad como principios de la institución”. “Nunca un/una ministro/a de Justicia pasó a ser sin solución de continuidad fiscal general del Estado”. No recuerda “una situación de crisis institucional de tanta gravedad y calado como la que está afrontando en estos momentos el Ministerio Público”, señala esta semana en un artículo Javier Zaragoza, quien fuera fiscal jefe de la Audiencia Nacional y actualmente Fiscal de Sala del Tribunal Supremo. Zaragoza pertenece a la Unión Progresista de Fiscales, por si alguien tiene dudas.

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