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Marc Llorente

TEATRO CRÍTICA

Marc Llorente

Deshumanizada competitividad en ‘El mètodo Grönholm’

Imagen de archivo del teatro de Alicante

El mètodo Grönholm

TEATRO PRINCIPAL DE ALICANTE

***

De Jordi Galcerán. Dirección: Gemma

Miralles y Rebeca Valls

Una misma obra se puede ver en mejores o peores condiciones dependiendo del reparto y de la dirección fundamentalmente. La representación que vimos en enero de 2007 con Carlos Hipólito y otros, en este mismo escenario del Principal de Alicante, tuvo más poder de seducción. Pero centrémonos en la versión valenciana de «El mètodo Grönholm», que se basa en técnicas reales de selección de personal con el fin de obtener un empleo. Un cargo de elevado nivel en una multinacional y cuatro aspirantes en apariencia.

Los juegos y las trampas empujan a la pelea sin escrúpulos, a confesar intimidades y a convertirse en títeres. ¿La verdad o la mentira con tal de adquirir ese trabajo en un mundo lleno de dificultades y deshumanización? ¿Hasta dónde son capaces de llegar para apoderarse del triunfo?

El autor Jordi Galcerán tiene varios éxitos en su haber, y este, que aún colea, ha sido uno de ellos. Los poco numerosos espectadores estuvieron atentos a las jugadas. El desarrollo y el final de la obra son imprevisibles con los incidentes y desconciertos que tienen lugar en una sala. En ella están Ferrán Gadea, Jordi Ballester, Diego Braguinsky y Rebeca Valls después de haber interpretado el viernes «La teua mà en la meua» en el Teatre Arniches.

La actriz y Gemma Miralles han intervenido como directoras de una comedia con rasgos de sátira de Galcerán, e imprimen un ritmo ágil a las escenas interpretadas por un cuarteto que pone en acción a los candidatos. Cada uno asume bien lo suyo. Y pueden ejercer de torero, obispo, payasa o político en la secuencia de estrategias para conseguir ser el mejor.

Algunos ojos invisibles observan las habilidades. Las interacciones humanas en posturas emocionales extremas. Las apariencias engañan, claro, y algún personaje, al menos, es un psicólogo infiltrado. No solo es cuestión de ceñirse a un feroz ámbito laboral. Porque los impactos perniciosos de la competitividad, la evaluación y la humillación invaden otros ambientes sociales. Esto es lo que hay. ¡Qué mundo!        

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