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Vicente Magro Servet

La deseada Semana Santa

La hermandad de Stabat Mater, fundada en 1993, incrementa el patrimonio de la Semana Santa con una nueva imagen, Nuestra Buena Madre Dolorosa y del Santo Sudario, obra de Ramón Cuenca en 2020. Desfila por primera vez en la Semana Santa de 2022 a causa de la interrupción de las procesiones por la pandemia. DAVID REVENGA

Nunca una Semana Santa ha sido tan deseada como la de este año. Tras dos años de pandemia del coronavirus con suspensión de las procesiones de Semana Santa, y de esa frenética actividad que siempre ha caracterizado a las cofradías y hermandades de la Semana Santa para tener todo preparado para estas fechas, nos encontramos desde 2020 con que todo ese esfuerzo se tiraba por tierra por un coronavirus que ha cambiado el sentido de nuestras vidas. Y, además, para siempre.

Pero resulta que cuando las olas de este virus parecían haber acabado en la orilla, aunque siga latente el mismo, pero con menos virulencia, otros factores se han introducido para sustituir, o complementar, la tragedia que ha provocado el virus en la sociedad. Y han surgido otros factores, también negativos, en nuestras vidas, como la maldita y desgraciada guerra en Ucrania, que resulta un sinsentido, y que nos remonta a los graves errores pretéritos que ha vivido la humanidad en distintos escenarios y épocas, la subida del precio de la luz y los combustibles que provocado una subida de los precios. Vamos, que los problemas y adversidades se han ido agolpando en nuestras puertas poniéndose en una cola que nos dan ganas de disolver de un plumazo, porque no estaba la sociedad para que se le sumaran los problemas, sino para restarlos. Y resulta que ahora no sabemos ya ni por dónde nos vienen los golpes, y desconocemos si ponernos de frente o de espaldas para evitarlos ante tanta desdicha.

Por ello, desde luego, si había dudas por aquellas cuestiones por las que hay que rogar en estos días de pasión, para que desaparezca el catálogo de materias negativas que vivimos, nunca ha sido tan extendido como el que ahora tenemos, ya que si al incremento de la violencia verbal, la falta de respeto que existe en la sociedad, la violencia en sus distintas manifestaciones, como la de género y doméstica, la violencia en la carretera, y la que se ejerce en muchos sectores por personas que utilizan la violencia verbal y física para manifestarse, nos encontramos ahora con otros factores que nos hacen desviarnos de nuestros objetivos para conseguir una sociedad mejor. Y, así, se siguen poniendo piedras en el camino para dificultar una convivencia en paz que todos deseamos y ahora más que nunca. Y que solo nos concentremos en que se pueda trabajar en paz, vivir sin estos sobresaltos y esforzarnos por construir una sociedad mejor y sin los errores del pasado que los conocemos, así como que cuando nos enfrentemos a un mal tan grave como este coronavirus la respuesta sea única y colectiva, y sin los agujeros de insolidaridad e individualismo que se han creado y han dificultado la lucha colectiva y social contra el virus.

De esta manera, pues, es ahora en esta Semana Santa, donde las preocupaciones se multiplicado en los últimos tiempos, cuando también el clima manifestado por las intensas lluvias que estamos viviendo se ha unido al baile de temas que se han desbocado a la hora de manifestarse, ya que si hablábamos de sequía y de la falta de agua nos íbamos a enterar también ahora si nos quejábamos de que no llovía, porque las lluvias de los últimos tiempos han venido a resolver el problema de la falta de agua que teníamos. Pero también ha reinado de intranquilidad la Semana Santa, por si, ahora, el factor lluvia que nos faltaba antes podía entorpecer la marcha de las procesiones de Semana Santa y volver a poner y sembrar de intranquilidad los esfuerzos de Cofradías y Hermandades de la Semana Santa.

La situación es que, por tercer año consecutivo, mantiene en vilo a todos los que se han esforzado para ver si pueden sacar sus Pasos a las calles y procesionar como antes se hacía, y pensando sólo en poner sus ganas para que todos los ciudadanos pudieran presenciar la belleza de las imágenes de los pasos y concentrarnos en la Semana Santa, en lugar de desconcentrarnos por los graves problemas que está viviendo la humanidad y que es preciso resolver cuanto antes.

Por todo ello, nunca antes como ahora había tantas materias desgraciadas por las que rogar que desaparezcan, y nunca una Semana Santa ha sido tan deseada como ésta. Porque nunca la sociedad ha ido evolucionando a una deriva tan preocupante como la actual donde la violencia y los intereses personales priman por encima de los colectivos. Y nunca antes como ahora se requiere más unión en la búsqueda de intereses generales que, al final, son los mismos para todos, y que son la paz, la convivencia, el respeto y que todo el mundo tenga un trabajo con el que poder vivir en paz y estar tranquilo, justo lo que ahora no estamos.

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