Hoy desearía volver a mi adolescencia para que "se parase el mundo y bajarme de él". Siempre recordaré esa frase pintada en la fachada de una de las casitas bajas de mi barrio, Tetuán en Madrid.
Tetuán de "los vecinos" añadía, desde mi ignorancia e ingenuidad, por aquello de que estrenábamos democracia, y me la creí, a pesar de no poder votar hasta años después. Inocencia salvaje la de nuestra generación, que cambiamos al cantautor por el Pop, y dejamos las manifestaciones por "la movida" y la ruta del ¨bacalao¨.
Ya no huían los jóvenes de "los grises", vivían en un viaje permanente por los distritos más pobres de España en busca de una dosis de heroína... Las chicas, las de mis años y unos pocos más, presumían de tomar la píldora, y las famosas se hacían actrices del destape, si lo requería el guion, de lo que se aprovecharon los productores sin escrúpulos.
Ser promiscua era la bandera de la libertad, y les vino como anillo al dedo a "ellos", cuya testosterona conectaba directamente con la glándula del poder. El abuso de nuestros semejantes varones lo normalizamos como señal de progreso… Hay nombres propios muy honorables, cuyas virtudes públicas no coinciden con sus vicios privados.
Logramos el divorcio, y a los que se decían de izquierdas les vino de perlas para cambiarse de chaqueta, y de mujer. Y los del otro lado, a pesar de que siempre dicen "no", les alivió el abanico de sus citas de pasillo, de las que tanto podrían hablar las moquetas de los buenos hoteles de la capital...
Sufrimos, hasta la legalización del aborto, con la vida de las que la perdían entre curanderos, y aficionados, e hicimos ricos a los ginecólogos que se apuntaron al favor, como si nos embarazásemos solas, o tener que abortar fuera sacarse una muela.
Cuantos más años tengo, más convencida estoy de que ninguna mujer toma esa decisión a la ligera, ni por capricho.
Les vinimos bien al sistema del que salía España para cambiar la forma, y correr un "perverso y genocida" velo, con la excusa de la libertad y los bonachones caballeros potenciadores del patriarcado.
No es libre quien alquila su vientre, sea por el fin que sea. Y aún menos lo son "las criaturas" que viven el infierno del incesto y el maltrato en sus casas. Los juzgados les obligan a ocultarlo, aunque deberían estar de su lado por Derecho Constitucional e internacional, sino quieren ver cómo encarcelen a sus madres, son entregados a sus violadores, o acabar siendo asesinados, ya que la palabra del ¨padre¨ es la única que vale.
Todo tenía que cambiar para que todo siguiera igual. Un gobierno tras otro, con su neoliberalismo, que nos permitió hipotecarnos ante el deseo irrefrenable de ser "propietarios¨. Cada vez más llenos de necesidades hicimos grandes a los bancos, aunque muchos sean ahora historia, a favor de otros más poderosos.
Rescatarnos del hambre de la dignidad nos cuesta mucho más, y no solo por la COVID o la mascarilla. Esto, pese a la pérdida de seres humanos, les volvió a venir bien al mercado del cuánto, y más que mal a la mayoría, en especial a las mujeres que, pese a nuestro Ministerio de Justicia, seguimos siendo las víctimas del mismo sesgo machista y patriarcal en lo que algunos dicen es, el independiente Poder Judicial.
Si el corporativismo que han demostrado para censurar la viñeta de la dramaturga, escritora y humorista gráfica, Diana Raznovich, la ejercieran contra la violencia de género y vicaria, seguramente Nerea y Martina estarían vivas, y posiblemente también el niño de Sueca.
Entre la impotencia y el dolor camina hoy mi procesión. No creo que en el cielo estén muy contentos con sus representantes en la tierra, ni tampoco con el resto de los mortales que están crucificando a los semejantes de su hijo Cristo. No solo por la locura ambiciosa y asesina de Putin, también por quienes duermen su conciencia con migajas a los pobres que ellos crean, mientras aumentan sus beneficios con el arte de la guerra.
Vestida de morado haré mi particular viacrucis, por si existiera Dios, e hiciese justos y justas, a quienes se han creído él, y son los principales responsables de los feminicidios e infanticidios, también en nuestro país.