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Juan  Giner Pastor

Celebrar la Santa Faz

Preparativos en la Santa Faz

La Pascua tiene en Alicante un epílogo especial, con la celebración, el jueves de su octava, de la romería, la “Peregrina”, al Real Monasterio donde se venera la querida reliquia de la Faz Divina. Una añorada romería, suspendida en 2020 y 2021 por la pandemia, y que este año 2022 recobramos con emoción inmensa porque, como desde hace siglos, para los alicantinos es una jornada festiva y gozosa en la que la devoción por la Santa Faz avivará la fe de los creyentes, renovará el compromiso de la tradición y afianzará la preciosa herencia de cuantos nos precedieron en el mantenimiento de tan gloriosa vivencia.

Sin embargo, es conveniente recordar, y para los más jóvenes dar a conocer, algunos pasajes principales de esta tradición, que la Asociación de Belenistas de Alicante representó en dioramas exhibidos desde 2010 en el monasterio. Así, se describe cómo Mosén Mena en 1489, recién nombrado cura del pueblo de San Juan, depositó en el fondo de su arca el Sagrado Lienzo que le regaló en Roma un ilustre cardenal. Al poco tiempo, al abrir el arca, notó que el lienzo estaba en la parte superior y desplegado encima de la ropa que lo cubría. Repetido el fenómeno, colocó el lienzo sobre una tabla, lo expuso a la pública veneración y explicó al pueblo el significado de tan valiosa reliquia y la devoción que merecía. El 17 de marzo de 1489 el predicador franciscano padre Villafranca llevó la Santa Faz en rogativa pidiendo lluvia y al llegar al barranco de Lloixa sintió tan gran peso en sus brazos que no pudo mantenerlos en alto, al mismo tiempo que perdía el movimiento de sus pies, teniendo que ser auxiliado por otros sacerdotes, que le llevaron hasta una pequeña altura más allá del barranco, pudiendo distinguir cómo del ojo derecho del lienzo brotaba una lágrima, siendo el portento observado por otras personas que dieron fe del mismo. El 25 de marzo del mismo año predicó fray Benito de Valencia en el Monasterio de Los Ángeles y de nuevo ocurrieron hechos milagrosos, pues este religioso, en estado de levitación con la reliquia en sus manos, vio aparecer ―y la muchedumbre con él― los otros dos pliegues del lienzo, con el idéntico rostro ensangrentado de Jesús. Para implorar el cese de epidemias se trajo la Santa Faz en diversas ocasiones a Alicante. En una de ellas, durante el año 1804, la Junta de Sanidad, ante el temor de contagios a causa de las aglomeraciones en torno a la reliquia, ordenó que se le trasladara a la Capilla del Castillo de Santa Bárbara y todas las tardes, previo disparo de un cañonazo y volteo de las campanas de la ciudad, aparecía bajo palio la Sagrada Reliquia y se impartía la bendición. El 20 de mayo de 1844 un voraz incendio asoló la Fábrica de Tabacos de Alicante, pero las cigarreras y demás operarios, invocando misericordia de la Faz Divina, salieron indemnes del desastre. El ilustre marino alicantino Julio Guillén Tato, director del Museo Naval, leyendo el testamento de Juan Sebastián Elcano, descubrió una disposición por la que encargaba la entrega de 24 ducados a la iglesia de la Santa Verónica, en Alicante. Y no habiéndose llevado a efecto esta cláusula testamentaria, tras realizar las oportunas gestiones, se dio cumplimiento a la Manda de Elcano el día 20 de abril de 1944. También los dioramas representan la “Peregrina”, la feria en el caserío... Es toda una oportunidad de que los visitantes y especialmente los niños puedan conocer la historia de uno de los tesoros de fe más preciados de Alicante, ilustrada de forma muy comprensible y artística.

La “Peregrina” antaño era fundamentalmente religiosa y popular, sin el alarde de autoridades políticas que ahora se muestran. Porque para los alicantinos la festividad de la Santa Faz manifiesta el arraigo de un sincero fervor que supera los siglos y las circunstancias, y que Alicante ha de cuidar con amoroso esmero, como precioso relicario en el que se conserva la espiritualidad de una población para la que la Historia también significa no renunciar a nuestras más profundas, recias y venerables señas de identidad colectiva.

Y nuevamente en 2022 surgirá de los corazones la plegaria que es afirmación voluntaria y emocionada de un fervor atesorado desde tiempos pretéritos, raudal dichoso de secular y bendita herencia, transmitida como motivo de esperanza ante los peligros, de consuelo en las horas difíciles, de radiante compañía en las mejores ocasiones, y de emblema perenne de nuestro Alicante, que con fe como siempre implora: ¡Faz Divina, misericordia!.

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