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Natxo Bellido Suay

Cuatro años de Barcala son demasiados

Barcala, con mascarilla, en un acto en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Alicante

Estos días, cuando los nubarrones de la sospecha vuelven al Ayuntamiento, recordábamos como llegó Barcala a la alcaldía hace cuatro años. Y Mazón hablando de Orihuela.

Vayamos a estos cuatro años para definir algunas de las líneas que han marcado el gobierno del PP de Barcala.

-. Junto a Vox multa y golpea a las personas más vulnerables, marginan a los barrios con mayor exclusión social, amplía desigualdades urbanas y bloquea las inversiones sociales y educativas de la Generalitat, porque son políticas del Botànic lideradas por Compromís. Es el gobierno más antisocial de la historia.

-. Barcala es el “Tio Gilito” alicantino. Llena los bolsillos de los bancos en lugar de invertirlos en la ciudad y sus barrios. Cien millones que podían servir para ayudas frente a los efectos de la guerra y la crisis energética; construir vivienda pública o incentivar el empleo juvenil. Y a esto se le suma el caos en la gestión económica, la tardanza en aprobar presupuestos e incapacidad para ejecutarlos, así como la situación de las grandes contratas. Todo recuerda al PP que llevó al colapso y la ruina al Ayuntamiento.

-. Barcala ha demostrado una clamorosa falta de liderazgo y modelo de ciudad. Huye dialogar y acordar con la oposición, bloquea la cooperación con el Botànic, la relación con Elx es nula, no pinta absolutamente nada en Madrid y solo se relaciona con una parte de la sociedad civil y profesional alicantina. Su capacidad de tejer alianzas es inexistente y no respeta el Consejo Social y reduce a la mínima expresión la participación ciudadana. Una vez más, la ciudad no tiene liderazgo político, no tiene un buen alcalde.

-. El PP no se toma en serio estar en el epicentro de la emergencia climática y están secuestrados por el negacionismo de la ultraderecha, a pesar de la pérdida del confort climático, tan ligada a nuestro atractivo turístico. Se toman medidas dispersas y las ayudas europeas obligan a plantear alguna inversión relativa a la movilidad sostenible y la reducción de emisiones contaminantes. Pero no se aborda de forma integral una planificación urbana frente a la emergencia climática que reduzca riesgos. Y no se acompaña las reivindicaciones ciudadanas ante Madrid, como la Agenda del Tren.

-. No hay una apuesta clara por diversificar y fortalecer nuestro modelo económico. Todo se fía al peso de la hostelería y del turismo, impulsando la proliferación de apartamentos turísticos sin ningún tipo de regulación local. No se trabaja la transición digital y modernización de sectores como el comercio; la apuesta de “Alicante Futura” parece más humo que realidad y Málaga sigue ganándonos todas las batallas porque no hay una coordinación con la estrategia autonómica para situarnos como foco de la innovación y la economía digital. Sigue sin ampliarse el suelo industrial de calidad para atraer empresas; la recuperación del antiguo matadero continua pendiente; no hay ayudas a la rehabilitación de viviendas ligadas a la eficiencia energética y la economía verde está muy lejos de los intereses de la derecha y sus aliados ultras.

-. Barcala ha convertido el pleno municipal en un cortijo bronco; donde la arbitrariedad se adueña del debate; donde la oposición ha visto limitados sus derechos y el PP, en compañía de Vox, ha introducido debates impropios del pleno municipal con los objetivos de tapar vergüenzas, generar ruido y evitar hablar del tono gris y mediocre de la gestión del Bipartito, donde, salvo alguna excepción, sus miembros han demostrado su incompetencia para el cargo que ocupan.

-. Al abandono y privatización del patrimonio se une el bloqueo a la rehabilitación del Teatro Principal, la cruzada contra el valenciano, el cierre de bibliotecas y una política cultural sin rumbo y con sonoros fracasos como las ferias del libro y sin apoyos a los sectores culturales de la ciudad.

-. Relacionarse con la administración es cada día más complicado. Una pesadilla para la ciudadanía y tejido asociativo. No se ha invertido lo suficiente en la modernización de la administración electrónica local y no se hacen suficientes esfuerzos para combatir la brecha digital de las personas mayores y vulnerables.

Cuatro años de Barcala, son demasiados. Cuatro años de inercias, impregnadas de tono gris, sin relato de ciudad, sin alianzas y de espaldas a los retos de la transformación urbana. Toca cambio en 2023. Pongamos Alacant en marcha y abramos nuevas etapas en una ciudad que necesita proyecto, modelo, capacidad y liderazgo para mirar con ilusión y esperanza el futuro.

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