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Tomás Mayoral

OPINIÓN

Tomás Mayoral

¿No se culpe a nadie?

Vista aérea de los tubos del trasvase a su paso por Orihuela. TONY SEVILLA

La decisión de ayer sobre esa entelequia que han dado en llamar «caudal ecológico» del Tajo, a falta del tiro de gracia que disparará el Consejo de Ministros, pone un abrupto punto final a un sueño de solidaridad nacional y de redistribución geográfica de la riqueza hídrica. El cínico ecologismo de salón de Teresa Ribera y del Gobierno de Pedro Sánchez, esa ideología de medias verdades que no pisa tierra real sino moqueta, ha acabado con el sueño de españoles que, como Indalecio Prieto, lucharon para que este país fuera más grande siendo más generoso y redistributivo. El trasvase que Prieto alentó siempre tuvo enemigos: él los denominaba como «traidores a España». Pero seguramente ni en sus peores pesadillas pudo imaginar que iban a ser sus futuros compañeros de partido quienes acabaran matando el trasvase: que esos «traidores» frívolos pretenderían ser socialistas como lo era él.

No voy a aburrirles con lo que ya saben y este periódico les ha contado con detalle en los últimos meses: matar el trasvase Tajo-Segura es una decisión injusta, arbitraria e inconcebible. Pero el crimen ya es un hecho. Hay que empezar a hablar del futuro, no solo económico. Porque el fin del trasvase siembra ahora una pobreza que se traducirá más pronto que tarde en una cosecha negra de indignación social y política de proporciones difíciles de calcular. Es lo que pasa cuando los gobiernos, que están para resolver problemas, se dedican a crearlos y empujan a la gente a la miseria mientras, además, intentan engañarla con falsas promesas... de desalación. Ya sabemos que al «césar» Sánchez le debe dar bastante igual todo esto. Pero lo que él, junto con Ribera y García Page, está haciendo con Alicante sí debería preocupar a Ximo Puig. Los recursos judiciales solo son brindis al sol que ya no esconden la carencia de una posición política sólida y la tibieza que el presidente de la Generalitat ha exhibido. Ximo sabe bien que es él quien va a pagar el suicidio político de Sánchez en Alicante. Porque muchos ya empiezan a saber a quién culpar, aunque la carta exculpatoria del suicida intente crear una cortina de humo.

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