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Antonio Balibrea

Estrategia de alto riesgo

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, besa a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en la XXXVII Reunió Cercle d'Economia. DAVID ZORRAKINO - EUROPA PRESS

La presidenta de la Comisión Europea Úrsula von der Leyen, ha presentado al Parlamento una nueva tanda de represalias contra Rusia. La mas dura es sin duda la suspensión paulatina de las importaciones de petróleo ruso, que constituye uno de los mayores ingresos para ese país. Putin anteriormente ordenó retirar el suministro de gas a Polonia y Bulgaria en respuesta al apoyo que estos países- miembros de la UE y de la OTAN- están prestando a Ucrania. Ni la OTAN, ni, menos, la Unión Europea quieren confrontar directamente con Rusia porque podría significar una Tercera Guerra Mundial; pero tampoco se puede permitir que Putin invada militarmente Ucrania sin que medie ninguna provocación. Nunca más, es el objetivo de la UE y de la OTAN. La invasión y ocupación parcial de otro estado, si queda impune será fácil que Putin guiado por su vocación imperial la repita, en cualquiera de los países limítrofes, pidan o no, el ingreso en la OTAN. Para derrotar a Putin, EE.UU. y la OTAN están intentando bloquear y paralizar la maquinaria de guerra rusa mediante sanciones económicas, para que Ucrania venza a Rusia. Son palabras del secretario de Estado, Antony Blinken, y del de Defensa, Lloyd Austin.

Es una estrategia de alto riesgo. Los países de la OTAN están inyectando armas en Ucrania por miles de millones de dólares. Como algunas son de última generación están entrenando a los militares ucranianos. El lanzamisiles antitanque “Jabalina” ha destrozado cientos de blindados rusos. Y el uso de drones “kamikaze” y armamento de precisión contra oficiales de alto grado. El ejército invasor ha perdido el 25% de las fuerzas de combate según el ministro británico de Defensa, Ben Wallace. Las exportaciones norteamericanas a Rusia han caído en más del 80%. Los chips que guían los misiles de precisión rusos son de fabricación extranjera y no serán repuestos cuando se agoten, la economía rusa puede contraerse este año por encima del 10%.

Es una estrategia de alto riesgo. Cuanto mas dure esta guerra mas peligrosa se volverá y más peligrosa a medida que Putin se vea acorralado. Como ha recordado el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Lavrov, “el riesgo de un conflicto nuclear es serio. No debe subestimarse”. La aparente utilidad en Ucrania de las armas nucleares es un incentivo para su mayor proliferación en otros países como Irán, Corea, o Arabia Saudí. La anterior etapa de “guerra fría”, hasta Gorbachov, “la política exterior USA se basaba en pensar que los rusos querían una tercera guerra”; “que las armas nucleares eran la base principal militar, suponiendo que la eficacia es proporcional a la capacidad destructiva” y el tercer error era habituarse a un gasto anual de miles de millones en el complejo militar-industrial- que denunció el mismo presidente Eisonhower- del que viven millones de individuos, con o sin uniforme. “El potencial nuclear USA no ha evitado un ataque nuclear contra Europa. Es una necedad” ese convencimiento. (“Al final de un siglo. Reflexiones, 1982-1995” George F. Kennan. FCE). El exembajador norteamericano en Rusia y otros países del Este siempre defendió la distensión, la desaparición de bloques, el fin de la carrera armamentística, y la reducción de los arsenales nucleares. Todo lo que se había avanzado ha desaparecido ahora, o desaparecerá, como la colaboración en la estación espacial internacional. Nos recuerda lo que decía Alexis de Tocqueville “está en la naturaleza de las democracias el hecho de tener en su mayor parte las ideas mas confusas y erróneas sobre los asuntos externos, y decidir las cuestiones de la política exterior sobre consideraciones puramente internas”. La política exterior de Biden ante la invasión de Ucrania ha aumentado sustancialmente su popularidad y su respaldo, que estaba en su punto mas bajo; la tendencia ahora se ha invertido a seis meses de las elecciones del medio mandato. Pero estamos asistiendo a una nueva “guerra fría” entre bloques y la distensión y colaboración están desapareciendo.

El presidente Biden y la Unión Europea deberían comenzar a planificar el final de la guerra. Putin no tiene un plan, pero la OTAN tampoco. No puede ser una paz punitiva como la de entre las dos grandes guerras. Nunca deberemos tratar de humillarlos ante la opinión mundial o la propia.; y esforzarnos en no atemorizarlos, ni a Rusia, ni a Ucrania. La nueva arquitectura mundial debería edificarse con la participación, también, de Rusia y China.

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