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Antonio Balibrea

La resaca del Brexit

Boris Johnson. EP

A Boris Johnson, el premier británico, las fiestas en su casa oficial de Downing Street durante la pandemia, le han salido muy caras. El exalcalde de Londres ha recibido un severo castigo en la capital del Imperio. Los conservadores han perdido las elecciones municipales, incluso en alguno de los barrios más elitistas. No va a ser el más gravoso de los plazos. Johnson no ha terminado de pagar los plazos del Brexit. Pueden ser mucho más costosos los próximos, y culminar con su cese como líder del partido conservador. Aunque busque refugio en el protagonismo internacional.

Anunciaba esta semana Información que el 10 y 11 empezaba en Londres una nueva ronda de negociaciones entre representantes del Reino Unido (UK) y de la Comisión Europea con la presencia de enviados de España y Gibraltar. Se trata de cerrar el acuerdo sobre el funcionamiento de la “no frontera” entre España y Gibraltar. España y el Reino Unido alcanzaron un acuerdo el año pasado para resolver la circulación de trabajadores transfronterizos y de gibraltareños de forma ágil. Desde entonces ha habido siete rondas de negociaciones para concretar las directrices establecidas por la Comisión Europea y que para entrar en vigor tienen que contar con el visto bueno definitivo de España. Recordemos que este fue la última exigencia de Pedro Sánchez, para el acuerdo del Brexit. Hay que concordar normas para el transporte terrestre y aéreo y los derechos de los trabajadores transfronterizos. También se pretenden buscar soluciones para eliminar las comprobaciones y controles físicos de personas y mercancías en la frontera terrestre entre España y Gibraltar, pero garantizando la integridad del espacio Schengen y del mercado único. Los gibraltareños quieren permanecer, y así lo dijeron en el referéndum del Brexit, en el espacio Schengen de libre circulación de personas y mercancías en la Unión Europea. Para eso hay que concretar cómo se tramitan los visados, los permisos de residencia, asilo y la cooperación policial. Desaparecería la frontera terrestre, pero ni el puerto, ni el aeropuerto de la Roca puede ser un coladero hacia la UE para otros viajeros no comunitarios. Aquí llega el problema: las fronteras pueden ser vigiladas por guardias fronterizos europeos, los del Frontex; guardias fronterizos españoles; o, guardias fronterizos del Frontex de origen español. Caso de discrepancias en la aplicación de las normas pactadas hay que acordar cuál es el Tribunal de Justicia que interpreta los acuerdos y la aplicación que se esté haciendo. Europa quiere que sea, lógicamente, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE).

Donde más se van a sentir las consecuencias económicas y políticas del Brexit será en la frontera inexistente entre Irlanda del Norte (Eire) y la República de Irlanda. Ha terminado el periodo de transición que se dieron la UE y UK mientras negociaban un nuevo acuerdo comercial. Los irlandeses del Norte siguen formando parte del Reino Unido -igual que Gibraltar-. El Brexit supondrá el fin del libre movimiento entre europeos y británicos y la aplicación de ciertas barreras para bienes y servicios, sin embargo, esas limitaciones no se aplicarán para Irlanda del Norte que comparte frontera terrestre con la República de Irlanda que sigue formando parte de la UE. Como los gibraltareños cuando entran a la UE por España. Los nacidos en Irlanda del Norte tienen derecho tanto a la nacionalidad irlandesa como a la británica y pueden retener la ciudadanía europea.

El acuerdo comercial que alcanzaron la UE y UK para evitar un Brexit duro por el que las empresas europeas y de Inglaterra, Gales y Escocia verán sus productos al otro lado del Canal de la Mancha sin que se les apliquen tarifas; pero las mercancías de Irlanda son europeas y no tienen o no tendrán que tramitar por el nuevo sistema de barreras comerciales: papeleo, certificaciones y controles aduaneros mientras entran en el espacio Schengen.

Por primera vez desde hace un siglo los nacionalistas irlandeses, el Sinn Féin, -el brazo político del IRA- ha ganado las elecciones en el norte y pueden plantear la celebración de un referéndum para unirse a la República de Irlanda. Aunque de momento no le salgan las cuentas es un nuevo quebradero de cabeza para el primer ministro que además se puede extender a Gales. No se ha cerrado todavía el Brexit y los últimos coletazos por si le faltaba algo pueden ser el punto final del gobierno populista de Boris Johnson.

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