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Joaquín Rábago

La guerra de Ucrania y el futuro de Europa

La guerra de Ucrania y el futuro de Europa

¿Es interés de Europa que se prolongue indefinidamente la guerra de Ucrania? Tal es la pregunta que habría que hacerse, aunque pocos parecen dispuestos a ello en este momento.

Lo que sí es cierto al menos es que es algo que interesa sobre todo a Estados Unidos, que, sin estar involucrado directamente en ese conflicto en suelo europeo, maneja, sin embargo, los hilos a través de la OTAN.

El primer objetivo de Washington - llegó a decirlo incluso su presidente, Joe Biden- es debilitar a Rusia para que no vuelva a intentar nuevas aventuras militares como la de Ucrania y conseguir con suerte incluso un cambio de régimen.

Estados Unidos es de momento el único beneficiado por la guerra: ha conseguido nuevos mercados para su petróleo y su gas licuado, más caro y contaminante, por cierto, que el ruso, y al mismo tiempo, gracias a la ampliación de la OTAN, para su avanzada tecnología militar.

Sólo algún país como Hungría, cuyo gobierno no goza precisamente en Europa de la mejor fama, ha decidido plantarse frente a las sanciones occidentales contra el Kremlin. Los demás aliados han optado por seguir la línea marcada por Washington.

Pero EEUU perseguía además otro objetivo: mantener gracias a la cohesión de la OTAN la hegemonía estratégica sobre Europa de la que venía disfrutando desde el final de la Segunda Guerra Mundial y que parecía hace algún tiempo en entredicho.

Para ello era necesario impedir cualquier acercamiento de Europa occidental a Rusia como la que implica la dependencia energética que tiene del país de Putin su mayor potencia industrial: Alemania.

La decidida respuesta occidental a la guerra de Ucrania obligará a los europeos a afrontar profundos sacrificios económicos y sociales si se prolonga, como todos temen, la guerra.

Esto es algo que ha visto perfectamente un veterano y conocido empresario italiano como Carlo De Benedetti, que concedió recientemente una entrevista al diario Il Corriere della Sera que en los tiempos que corren de pensamiento único apenas ha recibido atención fuera de su país.

Como sabrá el lector, De Benedetti ha estado al frente de empresas tan importantes como la Fiat u Olivetti, entre otras, además de crear el grupo editorial de “L´Espresso” y fundar la Mesa Redonda de los Industriales Europeos.

En sus declaraciones, Benedetti decía no querer por nada del mundo justificar al presidente ruso, Vladimir Putin: «Es un criminal y un ladrón que con otros treinta ladrones ha robado Rusia a los rusos».

Pero, añadía, «los intereses de Estados Unidos y Gran Bretaña, por un lado, y los de Europa, en particular los de Italia, por otro, divergen totalmente».

Biden, recordaba De Benedetti, ha logrado que el Congreso norteamericano aprobase un paquete de ayuda a Ucrania por un total de 33.000 millones de dólares, de los que 20.000 son para armas.

«Es una enormidad para un país como Ucrania, lo cual significa que Estados Unidos se prepara para una guerra larga», razonaba el veterano empresario.

Para De Benedetti, Europa tiene, por el contrario, un «interés común», que es «detener la guerra en lugar de alimentarla. Y si Biden quiere utilizar a Ucrania para conseguir la caída de Putin, allá ellos». «No estamos, añadía el industrial italiano, en la época de las cruzadas. No estamos aquí para combatir el mal, si se acepta que Rusia es el mal y nosotros, el bien».

«El interés de Europa es encontrar su propio lugar en el mundo como el continente rico que es (…). De verdad pensamos que podemos exportar la democracia con las armas. La democracia se exporta con el éxito social y económico de sociedades organizadas democráticamente».

Para De Benedetti, es absurdo, por otro lado, pensar que Putin sea capaz de reconstruir el imperio soviético: «Con 140 millones de habitantes, Rusia tiene un PIB – si se dejan al margen sus recursos energéticos- inferior al de España. Y su Ejército ha demostrado además una terrible ineficacia, una desorganización absoluta».

La OTAN nació además, afirma el empresario, en un contexto muy distinto del actual: no existía la Unión Europea y China no había hecho aún su aparición en la escena mundial.

«Lo que hace falta, dice, es un ejército europeo, que los europeos se responsabilicen de su propia seguridad».

Pero esto, habría que objetarle, parece de momento imposible: los países del antiguo pacto de Varsovia, sobre todo Polonia, parecen fiarse sólo del escudo norteamericano y harán todo por entorpecer la autonomía militar de Europa.

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