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Juan Carlos Padilla Estrada

LAS CRONICAS DE DON FLORENTINO

Juan Carlos Padilla Estrada

Sentido de Estado

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. EFE

Recientemente han sucedido unos hechos que en mi opinión tienen una elevada importancia a la hora de interpretar los cambios políticos que se están produciendo en España.

Partamos de una base: soy español, me interesa que mi país vaya bien, que sus ciudadanos tengan una elevada calidad de vida y que gobierne quien gobierne reine la prosperidad, la seguridad y el imperio de la ley. Si eso lo consigue un partido de la derecha, de la izquierda o medio pensionista yo lo aplaudiré.

Con ese retrato robot probablemente se identifique un porcentaje muy alto de españoles, aunque está constatado que existe otro no despreciable que tiene un concepto diferente: Los anti: son los que priorizan lo anti (derecha o izquierda) a lo pro, y son incapaces de votar a su acción política odiada aunque honestamente crean que puede ser bueno para el país. Quizás sea ese uno de los males de nuestra patria.

Volviendo a la actualidad política, en una pasada sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados el señor Presidente del Gobierno se explayó a gusto: fue especialmente cruel con el portavoz de ciudadanos, Edmundo Val, un hombre bien intencionado que ha sufrido en sus carnes represalias políticas, y en un arranque de ira afirmó que en el Gobierno del Partido Popular había mangantes. Así, sin anestesia: mangantes.

El actual líder del Partido Popular no tardó en salir en rueda de prensa a afearle la conducta al Presidente del Gobierno, en lo que parecía el preludio de una escalada de agresiones verbales. Pero al día siguiente el Partido Socialista presentó en el Congreso un proyecto de ley de seguridad ciudadana.

Los socios habituales del Gobierno: Partido Nacionalista Vasco, Izquierda Republicana de Cataluña, Podemos y Bildu quisieron hacerle pagar al ejecutivo el asunto de las escuchas y demostrar por donde tienen cogido al señor Sánchez y votaron en contra.

El Partido Popular se enfrentaba entonces a una disyuntiva muy relevante: votar “no” demostraba la debilidad del actual Gobierno, coaligado con socios poco fiables. Votar “sí” significaba reforzar al Presidente del Gobierno, incluso demostrar que es posible gobernar encomendándose un día a San Antón y otro a la Purísima Concepción. Núñez Feijóo decidió votar con sentido de Estado y apoyar una ley que en su opinión es buena para España. Al día siguiente el actual Presidente del Gobierno se ufanó públicamente de que él podía gobernar pactando un día con dios y al día siguiente con el diablo. Era esperable del personaje.

Pero lo que queda patente en mi opinión, insisto que no soy miembro de ningún partido, es el sentido de Estado del nuevo líder del PP. Creo que el gesto que ha tenido apoyando este proyecto de ley debe ser reconocido como una isla de esperanza dentro de este océano de polarización en que vivimos. Y por eso le reconozco un mérito excepcional. Lógicamente mi aprobado está condicionado a sus decisiones futuras, pero ese es, en mi opinión, el camino para volver a la Moncloa y encabezar una recomposición económica y ética de un país polarizado, severamente golpeado por aquellos que no comparten un proyecto común, entretenido en tropelías pseudoigualitarias podemitas y arruinado: el martes día 17 de mayo se comunicó la deuda pública española: 1.453.000.000 euros.

Trabajo tiene por delante.

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