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La Riá

Lo mío, sigue siendo mío

LO MÍO, SIGUE SIENDO MÍO AntonioLuisGaliano

Cada vez lo entiendo menos: te llaman telefónicamente, una y otra vez, te persiguen, te acosan y hasta te engañan. Todo te lo presentan fácil, te dicen y te repitenten que la conversación es grabada por seguridad, pero, después cuando rompes las relaciones con aquellos que habías contratado, no hay manera de que te manden un papel, y si recurres a que en su momento te grabaron, es cómo si se lo dijeras a un sordo de solemnidad, y en el mejor de los casos te cuelgan. Todo se reduce a que reclames vía correo electrónico, y qué ocurre si no tienes ordenador, no tienes email o simplemente quisieras hablar con un operador y te repiten, una y una vez, hasta mil veces, con música de fondo que todos ellos están ocupados. Cada vez lo entiendo menos, aunque hagas valer que «lo mío, es mío», sólo quiero hacerlo valer hablando olvidándonos de tanta nueva tecnología.

Antes era otra cosa: quedaba constancia y se sabía exactamente que «lo mío, es mío» y se atendía con amabilidad y respeto. Pueden pensar que todo lo anterior me sucede a mí, pero creo que le sucede a muchas personas, y siempre es bueno conocer lo que es mío.

Y eso fue a lo que nos referíamos en la anterior «Riá» cuando abríamos la puerta para conocer el patrimonio municipal oriolano en bienes inmuebles del Ayuntamiento, allá por el mes de junio de 1949 y dejábamos constancia de la Casa Consistorial de la Plaza Nueva y apuntábamos en las escuelas de algunas pedanías, concretamente en Desamparados con casa para el maestro en la Plaza de la Iglesia valorada en 20.000 pesetas y en Molins, en su Plaza con vivienda para el docente con un valor de 15.000 pesetas y una superficie de 400 metros cuadrados. Así como las escuelas en La Aparecida y la mixta en La Campaneta.

Dentro de la ciudad, en la Plaza de Abastos se tenía un edificio destinado a carnicería y varias casetas para la venta de comestibles con una tasación total de 35.459 pesetas. En la Plaza de San Sebastián; la Lonja de contratación de un solo piso que había sido construida, en 1926 bajo la dirección de Severiano Sánchez Ballesta, y que tras ser restaurada y rehabilitada actualmente acoge al Conservatorio Profesional de Música «Pedro Terol». En aquellos años cuarenta su valor era de 158.000 pesetas. Y en lo que, en esa época era a «extremo de la ciudad», en la zona de San Gregorio, se encontraba el Matadero Público, tasado en 9.000 pesetas.

Existían cinco inmuebles más que ya no existen, como los Juzgados de Instrucción y Municipal en la que entonces estaba rotulada como Plaza de la Fruta (hoy calle de Santa Justa), con planta baja y dos pisos, valorado en 40.000 pesetas. En cuyo solar se construyó un nuevo edificio para la Justicia y que actualmente, tras pasar de nuevo a ser propiedad municipal está en proceso de rehabilitación para ser destinado a dependencias del Ayuntamiento. En la calle de Santiago, se encontraban la antigua Casa de Expósitos dedicada a escuela de niñas y la Casa de Misericordia del siglo XVIII, tasada en 70.000 pesetas y que fue derribada al producirse un incendio en la madrugada del día 8 de enero de 1967. En esos momentos acogía al Patronato San José Obrero.

Por otro lado, se encontraba el Hospital Municipal, en la calle de dicho nombre, edificio del siglo XVIII cuya iglesia una vez derribada fue rehabilitada para acoger el Museo Arqueológico Comarcal, siendo el resto del edificio ya reconstruido destinado a Biblioteca Pública Municipal «María Moliner».

En el Barrio Nuevo existía la Casa de la Caridad, dedicada a escuelas que lindaba con la Ermita del Pilar. Su valoración era de 250.000 pesetas y en los años setenta del pasado siglo tras ser derribada se construyó un edificio destinado a viviendas sociales.

Extramuros, en el punto conocido como «La Explanada» al pie del Monte de la Muela se encontraba el inmueble destinado a Cuartel de Caballería fabricado a expensas del obispo Juan Elías Gómez de Terán en el siglo XVIII, y que una vez derribado fue construida la Casa Cuartel de la Guardia Civil. El primitivo edificio ocupaba 2.034 metros cuadrados en un solar de 3.780 metros cuadrados, estando valorado en 500.000 pesetas, siendo el inmueble municipal con mayor tasación.

El inventario dejaba fuera a los terrenos de la Glorieta de Gabriel Miró por ser un jardín y paseo público.

Así, la Corporación Municipal que presidía José Balaguer Balaguer, en 1949, tenía conocimiento de que «lo mío es mío», o sea de todos los oriolanos.

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