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Antonio Sempere

#0 vuela bajo

Andreu Buenafuente.

Duele decirlo, pero hay que ser sincero. A estas alturas, del canal #0, apenas queda el nombre. A finales de 2021 no solamente se fue Andreu Buenafuente. Con la perspectiva que da el paso del tiempo, ahora comprendemos que con él se cerró una etapa irrepetible, la de una televisión basada en el entretenimiento adulto, con una programación que alternaba el género de la comedia digna con espacios serios de gran calado y series de ficción de altura.

En medio año, todo aquello no es más que un recuerdo. Ignoramos qué futuro puede deparar al canal y a la plataforma, pero la sensación que da, puestos en contacto con otros colegas de la crítica televisiva, es que nadie sabe nada: la televisión vive demasiado en presente; hablar del futuro es una quimera.

A mí, por ejemplo, se me cayó el alma cuando vi a Jon Sistiaga, que desde el minuto cero del canal había realizado programas impecables, dignos de Premio Ondas, como todas las entregas de Tabú, implicado en una bobada del calibre de Zasback, que así se llama la nueva propuesta de entretenimiento cuya primera entrega estuvo dedicada a Hugo Silva. Comprendo que Sistiaga sea muy amigo de los productores del invento, La Caña Brothers. Pero en ningún caso justifico ese viraje en su carrera. Lo mismo podría decir de la desaparición de Iñaki Gabilondo de la parrilla y de cualquier otro programa de idéntico talante.

A cambio, las nuevas propuestas presentadas por Dani Rovira o Dani Martínez no se acercan ni de lejos a los méritos que acumulaban programas del estilo de Radio Gaga. En cuanto a las ficciones, la parrilla sigue alimentándose de las que se grabaron antes de que se cerrase el grifo. ¿Pero qué ocurrirá en 2023?

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