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Tomás Mayoral

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Argelia, tan cerca de Alicante y tan lejos de España

Imagen de coches embarcando el ferry Alicante-Orán. Las comunicaciones serán las más afectadas por la ruptura con Argelia. PILAR CORTÉS

No sabemos cuántos van a ser los “paganos” del súbito e inexplicable cambio de opinión de Pedro Sánchez sobre el Sáhara, pero sí sabemos que la provincia de Alicante va a ocupar un puesto tristemente destacado en esa lista de damnificados. Ayer, los empresarios de la provincia, los primeros que van a sufrir el impacto de la ruptura con Argelia, parte ofendida en ese giro que de momento solo favorece a Marruecos (esta por explicar en qué favorece a España), cifraban el “palo” en 135 millones de exportaciones que están en el aire. Otras empresas destacadas de la provincia con intereses directos en el (hasta ahora) país amigo, como es el caso de Balearia, se encontraban con el impacto real de la ruptura de una forma bastante abrupta, con congelación de fondos en cuentas argelinas. Pero, sin ser poco el precio a pagar por nuestra provincia, hay mucho más en juego que el impacto económico. La relación de Alicante con Argelia viene de antiguo y ha permitido forjar vínculos económicos y humanos muy profundos. La suspensión del acuerdo de amistad que unía a ambos países desde hace 20 años y la consiguiente congelación del comercio supone para Alicante romper una cercanía que es algo más que una simple metáfora: en línea recta, Orán e incluso Argel están más cerca de Alicante que Madrid. Ayer, los empresarios reunidos en Benidorm en la IX Jornada de Turismo no hablaban de otra cosa. Ni siquiera la felicidad por comprobar que el sector turístico está saliendo de la crisis a más velocidad de lo previsto y que se espera un verano excelente tras dos años de supervivencia atenuaba la preocupación por las consecuencias de esta nueva piedra que el Gobierno de Sánchez nos pone en el camino. Es verdad que en este caso estamos hablando de un impacto indirecto, no es como la cacicada del trasvase. Pero el resultado es el mismo: una y otra vez somos perjudicados directos por decisiones gubernamentales de las que solo padecemos sus consecuencias más negativas. Hay mucho en el debe y muy poco en el haber de lo que el Gobierno de Pedro Sánchez ha hecho por esta provincia. Y el tiempo se agota.

Y una cosa más:

No se han tomado a broma en el Ayuntamiento de Alicante el requerimiento de un juez para que explique qué medidas de protección se han adoptado para evitar daños en la fuente de Luceros cuando se celebren las mascletás. Un juez no es la Generalitat, que intentó lo mismo pero ahí el alcalde se lo tomó casi a broma. A efectos prácticos, Barcala no quiere que pase con las mascletás lo que pasó con el cambio de nombre de las calles asociadas al anterior régimen que, precisamente a instancias de un recurso judicial del mismo Barcala, entonces portavoz del Gupo Popular en la oposición, fue paralizado cautelarmente. Así que a día de hoy las mascletás en Luceros están congeladas hasta que el juez dé su visto bueno. Emoción hasta el último momento que, esperemos, no devenga en monumental cabreo.

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