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Tomás Mayoral

Fiesta rica, Hogueras pobres

Comienza el traslado de la Hoguera Oficial Alex Domínguez

No deja de sorprender el contraste de que hoy abramos la portada y la “home” de INFORMACIÓN con un titular que afirma que estamos a punto de comenzar las Hogueras más potentes de la historia en cuanto a generación de ingresos y visitas, y que ayer mismo lleváramos en la misma portada y en la misma “home” la entrevista con un acreditado investigador de la Fiesta Mayor de Alicante, Juan Carlos Vizcaíno, quien confirmaba en sus respuestas lo que ya había sido un clamor durante las últimas semanas: que el modelo actual de las Hogueras sufre una crisis económica tan dura que puede provocar que el año próximo haya menos monumentos especiales, no más de cinco o seis, e incluso muchas hogueras, actualmente en precario, desaparezcan. Una crisis que coincide con las llamadas, casi de socorro, que los artistas habían lanzado hace semanas desde este periódico por el brutal incremento en el precio de los materiales utilizados en la construcción de los monumentos o las que, a su vez, habían hecho los pirotécnicos, obligados a reducir la cantidad de pólvora para que disparar en el concurso de mascletás no fuera una ruina para ellos. Hay algo que no encaja si comparamos unos datos en apariencia “gloriosos” (250 millones de euros previstos en ingresos, un millón y medio de visitantes, hoteles al 80%, perspectivas mejor que buenas para la hostelería, etc.) con las miserias por las que atraviesan quienes son, al fin y al cabo, el alma real de las Hogueras. ¿Vamos hacia una Fiesta subvencionada por las Administraciones públicas porque la iniciativa ciudadana es ya incapaz de sostenerla? La entrevista de nuestra compañera Juani Hernández a Juan Carlos Vizcaíno era muy interesante porque contemplaba desde distintas ópticas el origen de esta crisis: razones económicas, sociales, culturales e incluso de "falta de marketing". Vizcaíno llegaba a admitir, y hace falta valor para hacerlo, que las Fallas gestionan mejor la captación de socios de pago pero no de participación, lo que proporcionaba unos ingresos más regulares que los que tienen las Hogueras. Las soluciones, a su modo de ver, pasaban necesariamente por una mayor participación popular en todos los órdenes, especialmente el económico. Pero de todos, no solo de algunos. Porque justo será pedir a los alicantinos que contribuyan a sostener su Fiesta, pero también reclamar que quienes obtienen pingües beneficios en Hogueras se mojen un poco más en ese sentido. Y, por supuesto, las instituciones: empezando por el Ayuntamiento (su tacañería al no elevar los premios de las mascletás ha sido todo un síntoma) y acabando por la Generalitat. Hasta que las Hogueras recuperen el pulso propio, no va a quedar más remedio. 

Y una cosa más:

La recaudación de la Generalitat en Alicante hasta el mes de mayo ha subido la friolera de un 60% este año con respecto al anterior. El buen momento del sector inmobiliario ha hecho que crezca casi un 70% la recaudación por el impuesto de transmisiones patrimoniales, pero tampoco le han ido a la zaga los ingresos generados por el juego, las sucesiones y los actos jurídicos documentados. Una noticia con recorrido en la medida en la que la fiscalidad va a ser, ya lo es de hecho, uno de los grandes caballos de batalla en el debate electoral de PSPV y PP, con discursos marcadamente contrapuestos en este asunto.   

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