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Juan Carlos Padilla Estrada

LAS CRONICAS DE DON FLORENTINO

Juan Carlos Padilla Estrada

De tauromaquia y taurinos

El cirujano José María Reyes da el pregón de la Feria Taurina de Hogueras 2022 VIGUERAS

Acerca de la Fiesta Nacional se han escrito innumerables opiniones, y las hay para todos los gustos. Es cierto que la tradición la entronca en nuestro pasado como pueblo y que sucede como con muchos aspectos de nuestro anteayer, que vistos con los ojos de hoy parecen anacrónicos y fuera de la modernidad. Pero piense, amigo lector, en su propio pasado y sea honesto: ¿Cuántas cosas reprobaría de su biografía, considerada con los criterios actuales? Seguramente muchas, como nos pasa a todos, y es que los cambios de paradigma arrasan hasta con nuestra memoria.

Muchos, muchos españoles, entre los que orgullosamente me cuento, hemos asistido a la Fiesta, en uno u otro momento de nuestras vidas. Y seguramente disfrutado, lo que no es óbice para que opinemos que estaría bien desposeerla del sufrimiento animal, dejando quizá el espectáculo en una artística lidia, sin que necesariamente conllevara la muerte del toro. Pero ese es otro debate.

El tema de hoy es rendir un homenaje. Porque ha habido y hay multitud de personajes en torno a la Fiesta que no hacen sufrir a nadie, cuya aportación consiste, precisamente, en aliviar el sufrimiento y, en ocasiones, jugarse algo más que su buen nombre para rescatar de las garras de la muerte a personajes de ese mundo. Y no solo hablo de aquellos tramoyistas del gran espectáculo, como mozos, banderilleros, picadores, apoderados… ahora hablo del cirujano que contempla la corrida desde la barrera, nervioso, presto a intervenir a cualquier lidiador que haya tenido la mala suerte o la impericia de dejarse cornear por el verdadero protagonista de la Fiesta.  Y si ustedes han visto un toro de lidia de cerca comprenderán muy bien lo que significa la palabra miedo. 

En 1947 murió Manolete en la plaza de Linares, y desde entonces se recuerda al médico que lo atendió. Mucho más tarde, desde 1984, muchos recordamos aquella frase postrera de Paquirri: “Doctor, usted tranquilo, y haga lo que tenga que hacer”.

Pues hoy yo deseo rendir un sentido homenaje a alguien que ha velado por la vida de muchos cientos de toreros en el coso de Alicante durante 32 años: El doctor José María Reyes.  El Dr. Reyes es un reputado cirujano y se formó en el difícil arte del tratamiento de las heridas por asta de toro, que no son cualquier cosa. Y durante todos estos años no solo ha dado aspirinas: Ha intervenido y salvado vida de toreros –me consta- agradecidos que cuentan a quien quiere escucharle a quien le deben su vida y su carrera. Como el matador Manuel Escribano, que una tarde de junio de 2016 fue corneado en el triangulo de Scarpa por Madroño, una herida de 14 cm de profundidad. La sangre lo invadió todo y la plaza quedó en suspenso, como en esas tragedias griegas en la que se intuye un desenlace mortal. La cogida era similar a la que mató a Manolete y a Paquirri. Pero el destino —algunos piensan que fue el Dios de los toreros— puso en el camino del diestro al doctor Reyes. Él y su equipo salvaron su vida y su carrera.  “Es mi trabajo”, admitiría el buen doctor, posteriormente.

Sí, don José María. Pero hay formas y maneras de hacerlo. Y la suya ha sido la de un profesional competente, siempre atento y con una sonrisa como presentación.

Se sea taurino a anti, solo se puede tener un sentimiento ante alguien como el Dr. José María Reyes: el de agradecimiento.  

¡Si hasta merece usted un buen pasodoble con su nombre!

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