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Tomás Mayoral

El dinero en metálico, otra víctima más de la pandemia

Un cliente saca dinero de un cajero automático.

Antes de la pandemia muchos no nos hubiéramos atrevido a pagar un café con tarjeta. Hoy en día es muy común. El importe ya no determina la conveniencia del medio de pago. La estricta necesidad de la asepsia que penalizaba el dinero en metálico por las medidas de prevención de la pandemia hicieron que billetes y monedas desaparecieran casi de nuestro uso diario mientras duró. Lo sorprendente, según un informe que publica David Navarro, es que el final de la pandemia no ha traído una recuperación del efectivo. La retirada de dinero en metálico de los bancos cayó un 33% en 2020. A día de hoy continúa un 27% por debajo de los niveles previos al covid. Por contra, los TPV, las maquinitas con las que hacemos los pagos, han aumentado casi un 50% por encima de lo que había hace tres años. 

La facilidad que proporciona pagar con tarjeta o directamente con el móvil, el NFC, tiene un precio que pagan usuarios y comercios. Los primeros con el coste de las tarjetas, que ya no son gratis, y los segundos con lo que abonan por cada compra al banco. La comodidad también es significativa para el comerciante, que no se tiene que preocupar de ingresos ni traslados de metálico al banco. Hay, además, un efecto en el pago electrónico o con tarjeta física que intensifica el consumismo: no "ver" el dinero físico y perder así la noción directa de lo que se paga por un producto.

No todo son ventajas. La digitalización de los pagos tiene su lado oscuro. En el caso de los bancos, la virtualización provoca que cada vez queden menos oficinas físicas. Esto afecta especialmente a los colectivos menos digitalizados, como son las personas de más edad. Es destacable, en este sentido, que la campaña de concienciación que promovió un jubilado valenciano, Carlos San Juan, haya hecho que le galardonen con el premio de Ciudadano Europeo 2022. San Juan ha removido las conciencias de los bancos y les ha puesto en un brete con su campaña denuncia: "Soy mayor, no idiota". Muchos bancos han tomado ya medidas para proporcionarles una mayor formación en sus herramientas digitales a las personas mayores y facilitarles las gestiones en entidades físicas mientras se produce esa transición a la operativa digital. Es muy significativo que tres eurodiputados de diferentes partidos, dos de ellos de la Comunidad Valenciana, apadrinaran esta candidatura: Domènec Ruiz, del PSOE; Esteban González Pons, del PP; y Maite Pagazaurtundúa, de Ciudadanos. Una coincidencia afortunada que ha conseguido amplificar el aldabonazo de Carlos San Juan en la sensibilidad de nuestros bancos. Ahí es nada. 

Y una cosa más:

La crisis llegará en algún momento con toda su virulencia. Eso es algo inevitable. Pero mientras llega ese momento lo cierto es que hay sectores de la economía donde no se nota la merma. Contra todo pronóstico, el turismo es uno de ellos. Ayer conocimos que la ocupación hotelera sigue imparable y supera en cinco puntos las cifras de junio de 2019, hasta ahora el mejor año de la serie histórica. Ese 75% de ocupación es un perfecto trampolín para julio, donde la concentración aún está en marcha pero también con buenos datos y con una excelente perspectiva para las cada vez más numerosas reservas de última hora. La Generalitat prevé recuperar, según informa F.J. Benito, el 94% de las llegadas de 2019 entre julio y agosto. Ojalá se cumpla la previsión. 

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