Normalmente cualquier buena historia necesita de un conflicto. En este tríptico documental sobre Locomía estrenado por Movistar los hay mayores que en Falcon Crest. El director y guionista Jorge Laplace ha construido sobre la figura del creador del grupo y de su manager un relato de autodestrucción que, en sus modos narrativos, aunque todo lo que vemos y escuchemos esté más que basado en hechos reales, parece esbozado con la escuadra y el cartabón de las ficciones.
Aunque lo más interesante a la hora de analizar esta miniserie sobre Locomía es la deriva hacia la que han virado las cadenas a la hora de elegir la temática de sus producciones. Se han puesto de modas los biopics. Las productoras decidieron, llegado un momento, que los espectadores estarían ávidos de consumir ficciones o documentales basados en personajes muy conocidos.
Partiendo del término, muy matizable, de cultura popular, las máximas apuestas de la no ficción de Movistar, tras haber apostado hace dos años por Palomares y el Palmar de Troya, y el pasado curso por Raphael y Lola Flores, han terminado recalando en Locomía.
Pero lo peor está por venir. Se anuncian para la próxima temporada en las cadenas generalistas ficciones sobre Ángel Cristo y Bárbara Rey, Nacho Vidal o Miguel Bosé. Biografías de personajes sin duda muy edificantes. Cuando casos como los de Rocío Wanninkhof, Sonia Carabantes y Dolores Vázquez todavía llenan horas y horas en Telecinco, cadena para la que el personaje de Rocío Carrasco es una mina, las coordenadas sobre qué temas son los que interesan en televisión son claras. Por eso Locomía tenía todas las papeletas para convertirse en documental. Con la coartada de cultura popular.
