Todos nos hemos sentido directores de periódico en algún momento. La comunidad creada por la prensa clásica no solo implicaba la crítica a cargo del consumidor que se sentía copropietario del medio, sino también un pronunciamiento sobre las opciones de portada. Si rescatamos el espíritu de los pioneros, el lector metido a director lleva un día entero con un dilema trascendental, colocar como primera noticia jerárquica la cumbre de la OTAN o la inflación desenfrenada, que se combate destituyendo al encargado de medirla.
La exaltación de las glorias imperiales de la OTAN será privilegiada por quienes piensan que Sánchez todavía puede salvar el pellejo electoral, aunque sea a lomos de un F-18 como Tom Cruise para colocarse por una vez del lado correcto de las bombas. En cambio, la derecha lobuna con piel de cordero caritativo finge apiadarse de los españoles depauperados, situando los precios empobrecidos en posición preeminente. Es decir, los progresistas optan por el belicismo y los conservadores se postran ante la igualdad. En una lectura transversal, optar por los precios desafía la inercia introducida en la prensa mundial por la guerra de Ucrania.
Dado que Estados Unidos paga la mitad de la factura de la OTAN, la prensa norteamericana puede servir para desempatar el dilema entre Alianza o inflación. Pues bien, la cumbre de Madrid suponía ayer apenas un parpadeo en el radar de las portadas de New York Times y Washington Post, volcadas en cambio en las sesiones sobre el asalto al Congreso. Es decir, ante la hipótesis de guerra civil o mundial, se decantan con firmeza por el inevitable Trump. Cinco de las seis noticias más leídas de la segunda de las cabeceras citadas se centraban en el expresidente, y la sexta era Zelenski. Por tanto, Europa sigue siendo un continente por descubrir, y a este lado conviene recordar que nadie ganará unas elecciones con la inflación al diez por ciento. Entre otras cosas, porque la injusticia económica es el preludio más fiable de una guerra.
