En la transición existía lo que se denominaban las joyas de la corona, eran una serie de empresas propiedad del gobierno de gran valor económico y estratégico que eran muy deseadas por lo ricos, pensaban con mucho acierto que si se vendían serían
un buen negocio.
Entre otras había algunas eléctricas y petroleras (Repsol). El gobierno de Felipe Gonzalez para no decepcionar a los empresarios procedió a su venta (privatización) vendiendo aproximadamente el cincuenta por cien de su valor. Unos años después José Mª Aznar, presidente del gobierno y del PP. procedió a su total liquidación, con ello el pueblo español perdió un importante patrimonio y un sector estratégico muy importante.
Este par de piezas, perdón, presidentes, entregó al gran capital lo más valioso de las joyas de la corona, con ello perdimos los importantes ingresos que generaban e ingresaban en hacienda y el valor estratégico de ambas empresas.
Aquella venta provocó en muchos españoles un fuerte rechinar de dientes, éramos contrarios y lo consideramos una gran traición al pueblo español, especialmente por parte de Felipón al que muchos/as considerábamos de izquierdas.
Y por qué saco esto a la palestra tantos años después. Con la enorme crisis que están provocando los carburantes, si aquellas compañías fueran gubernamentales el gobierno actual tendría un amplio margen para intervenir en el mercado en beneficio de todos, bien compitiendo en precios, o recibiendo los beneficios que están generando en forma de ingresos en hacienda y que serían muy útiles para ayudar a quienes lo están pasando mal.
Mi conclusión es que debemos defender lo público con uñas y dientes porque en crisis como la del Covid o esta de los carburantes es lo público lo que puede sacarnos adelante, no olvidemos que lo privado está para hacer negocio.
