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Pilar Ruiz Costa

Una ibicenca fuera de Ibiza

Pilar Ruiz Costa

Un kilómetro

Jens Stoltenberg, Joe Biden y Pedro Sánchez conversan durante la cumbre de la OTAN en Madrid. Reuters

El pasado día veintiséis estorbaban los preparativos de la Cumbre de la OTAN en la capital las convocatorias de varias manifestaciones: las previsibles contra la Organización Atlántica y, separadas en un único y simbólico kilómetro de distancia, una en contra del aborto y otra como protesta por la masacre en Melilla sucedida apenas cinco días después de que se celebrara el Día Mundial del Refugiado —20 de junio—, que este año maldito se centraba en el derecho a buscar protección:

1. Derecho a solicitar asilo.

2. Acceso seguro.

3. No devolución.

4. No a la discriminación.

5. Trato humano.

Cinco puntos incumplidos del primero al último en la frontera de Melilla en lo que el presidente Pedro Sánchez calificara en primer término de un asunto «bien resuelto» y, tras el aluvión de protestas dentro y fuera de España, matizara añadiendo que «lamenta las muertes», pero no condenando la actuación de la gendarmería marroquí e insistiendo en responsabilizar de estas muertes a las «mafias organizadas que trafican con seres humanos».

No comparte el discurso de Sánchez la Secretaría General de la ONU. Stéphane Dujarric, su portavoz, tachaba lo sucedido de «un uso excesivo de la fuerza» tanto por parte de Marruecos como de España que «es inaceptable y debe ser investigado».

Y volviendo a la frontera de un kilómetro de dos manifestaciones; una contra el aborto y otra contra la masacre, adivinen cuál entre banderas de España portaba pancartas «En defensa de la vida». Las autollamadas ‘asociaciones provida’ —Asamblea de Asociaciones por la Vida, la Dignidad y la Libertad, NEOS y la Asociación Católica de Propagandistas— reclamaban el derecho de los padres a que sus hijas de 16 y 17 años con embarazos no deseados, sean madres contra su voluntad. Un requisito que ya en 2015 incluyó el PP de Rajoy en la anterior ley del Gobierno de Zapatero y que la futura ley vuelve a derogar. También eran ‘provida’ los que calificaban la sentencia del Supremo de Estados Unidos que revoca el derecho al aborto de «una puerta de esperanza a que esto también se haga en España».

Lo que parecen desconocer tanto en el Supremo como los esperanzados manifestantes son los datos del Instituto Guttmacher, en EE. UU., sobre la salud reproductiva mundial, que revelan una tasa de abortos de 39 por 1.000 personas en los países que permiten el aborto y de 41 por 1.000 en los países que lo prohíben. La tasa de aborto es mayor en los países donde se niega. La diferencia radica —y este punto es muy importante para cualquier defensor de la vida— en que las mujeres mueren más. Otro dato ilustrativo que recoge Guttmacher es que las mujeres de bajos ingresos representan el 75% de las pacientes de aborto. Miren qué fácil es, si de verdad se quiere, proteger la vida…

Y aunque calificaría de milagro alcanzar un punto que una a católicos, ciencia y quienes legislan sobre dónde empieza eso que llamamos ‘vida’, el marco científico y legal lo determina a que el feto sea viable y pueda sobrevivir fuera del útero. De modo que invertir en Ciencia es otro modo estupendo de que esta viabilidad se vaya acortando. Mientras tanto, voy a recordarles dónde sí hay vida: en las fronteras. Acnur, La Agencia de la ONU para los Refugiados, estima que la cifra total de personas que han sido forzadas a abandonar sus hogares por hambruna, conflictos y violaciones de derechos humanos en todo el mundo supera ya los 100 millones de personas. De nuevo, los motivos más comunes que las personas refugiadas alegan como obstáculo para su retorno son la inseguridad y la falta de vivienda o de medios de vida. He aquí otra respuesta para quien quiera hacerse preguntas.

Y como es fácil caer en el qué tendremos nosotros que ver en las guerras ajenas, tocará recordar que España es el quinto país que más material militar exporta de todo el mundo, y solo a modo de ejemplo, según datos de la ONU, España se convirtió en 2020 en el segundo gran suministrador de material ‘de defensa’ a Arabia Saudí, involucrada desde 2015 en la guerra de Yemen que ha provocado más de 377.000 muertes. Según la propia ONU, el peor desastre humanitario del planeta.

Porque importa qué fabricamos y a quién se lo vendemos. Pero si el lector además de conocer las responsabilidades de nuestros gobiernos y empresas armamentísticas —sin pasar por alto los intentos de los socios de Gobierno ante el Congreso de los Diputados de que se cree una Comisión de Investigación sobre la supuesta vinculación del rey emérito en la venta ilegal de armas que han sido rechazados sistemáticamente por PSOE, PP y VOX—, siente curiosidad por conocer su granito de arena en el gran negocio de la guerra a través de las entidades financieras a las que confía su dinero, puede hacerlo desde la web petjada en armes, donde uno puede descubrir la cantidad de dinero que su banco invierte en armamento o el tipo de armamento.

Un kilómetro. Y miren cuánto en común tienen las armas, la guerra, la pobreza y el aborto…

@otropostdata

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