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Marc Llorente

Patinazos y agenda social

Pedro Sánchez y Yolanda Díaz. José Luis Roca

Utilizar los estragos de una guerra para adquirir mayor notoriedad y ser el centro de atención del mundo no es la opción más juiciosa. Tampoco vale cualquier ostentación de lujo, ni convertir la reciente cumbre de la OTAN en un programa de festejos que complementen las reuniones. Una representación para sacar pecho y no echar agua a la lumbre, como prólogo casi de lo que a este paso puede ser una confrontación global. ¿Es lo que se busca entre unos y otros? Lo parece.

Las meteduras de pata están a la orden del día y no hay quien no tenga patinazos. Incluso muy graves. ¿Es válido que la gendarmería marroquí mate a migrantes que intentan saltar la valla de Melilla, a lo que se unió la Guardia Civil? No es lo mismo una limpia actuación que asesinar y golpear a personas. El presidente Pedro Sánchez lo lamentó después de hablar de asunto «bien resuelto», y no condena lo ocurrido para no soliviantar a Marruecos, ahora que las relaciones han cambiado. Para rematar la jugada habla de «ataque violento a las fronteras». Vox aplaude. Las mafias que trafican con personas no son el fondo del problema, sino la miseria (consentida) y las guerras de las que huyen seres humanos. Es sumamente vergonzoso que se mire al tendido y que la falsedad circule a su aire.

Dicho esto, que resulta indigerible, este Ejecutivo de coalición no lo ha tenido nada fácil desde el primer día. Todos los elementos han jugado en contra. Pandemia (no acabada, aunque miremos a las nubes pensando en la economía y en el interés superficial de los clientes), crisis diversas, invasión en Ucrania, con sus repercusiones generales, y unos poderes económicos y una oposición política y mediática que entorpecen y no admiten ningún avance social. La agenda exige un empuje sin perder el carácter progresista, más aún tras los resultados andaluces en las urnas, y ya veremos qué pasa al finalizar la legislatura y en próximos comicios. La situación no es fácil.

Las discrepancias entre socios del Gobierno aumentan un poco más con el asunto del presupuesto militar de Sánchez. No olviden el gran reto de la transformación verde y la pretensión de defender la democracia con más derechos, que es la única forma de defenderla de verdad. Y ello en un ámbito de inflación con serias amenazas de ser peor a partir de otoño. La voracidad consumista, ignorando lo que venga después, acentúa el encarecimiento y puede dejar a la sociedad en paños menores.

Desplegar medidas y adelantarse a los problemas son dos cosas que resultan imprescindibles si se quiere estimular a la población y que no cambie de acera política. El PP aporta humo y espinas. Se lava las manos, y los votos y las encuestas le favorecen. Por tanto, la situación exige posturas ambiciosas, abordar un impuesto a las grandes eléctricas, porque buena parte de los electores más afines, si no, se desmotivan, huyen o caen en brazos ajenos.

En este sentido, Yolanda Díaz iniciará su proceso de escucha el próximo día 8 con una gira (roquera) por todo el Estado español para levantar un proyecto a partir de la asociación Sumar con su todos a una. Es decir, compromiso democrático y participación ciudadana en la vida pública. Que pueda contribuir al desarrollo crítico y humano. Al impulso y a la movilización. Una apuesta fiscal progresiva que consiste en ver quién paga más y quién menos. ¿Crear riqueza? Sí. También redistribuirla.

Díaz esgrime, ampliando los objetivos, el «Manifiesto de la economía social» con páginas que compilan las ideas de los máximos representantes de este modelo que sitúa a las personas en primer término. Enfrente, una oposición nada edificante y un Feijóo como golpe de efecto. Habla, por decir algo, de la inoperancia de buena parte de los ministerios en lo que se refiere a la activación de los fondos europeos. Según él, no somos capaces de gestionarlos. La estrategia del PP no varía. ¿Esta es la nueva etapa en la relación con el Ejecutivo, poniendo la institucionalidad por delante? Poner en duda la forma en la que España gestiona los miles de millones de euros que la UE ya ha entregado o está a punto de entregar, dice muy poco a su favor y le desacredita.

La Comisión Europea, presidida por una dirigente del PP europeo, Ursula von der Leyen, opina todo lo contrario. Cabe señalar el diálogo con las comunidades autónomas, que ha permitido que los territorios reciban lo que les corresponde, incluyendo a la Junta. Desde su aprobación, se han impulsado miles de proyectos que llegan a muchas empresas para la transformación de la economía. ¿No es esto tomar decisiones? Menos mal que Feijóo quiere «contarle a la gente la verdad». A su manera. Su credibilidad es papel mojado por los motivos expuestos y por otros resbalones, a pesar del firme triunfo de su grupo en Andalucía. Próximamente volverá la pugna en el debate del estado de la nación, que no se celebra desde 2015. Eso ya es otra historia.  

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