Hasta que no los vea no lo creeré. Pero tampoco tengo por qué desconfiar, puesto que lo anunció el mismísimo presidente de la Corporación RTVE, José Manuel Pérez Tornero, en la presentación de la nueva temporada de la Orquesta y Coro. A partir de octubre podremos disfrutar de todos los conciertos de abono en directo y en La 2.
De cumplirse se romperían de un plumazo nada menos que 35 años de maleficio, que son los que llevamos soportando que la música clásica se programe a las ocho de la mañana. Antes de esa fecha no se ubicaba tan temprano, sencillamente, porque los fines de semana la programación arrancaba más tarde, y el concierto entraba a mediodía.
Por el bien de todos, de los melómanos y los que no, de la cultura en general y de la propia televisión, que se cumpla este anuncio y que no solamente podamos ver un concierto en horas normales en casos puntuales (campaña «Un juguete, una ilusión», homenaje a las víctimas del terrorismo), sino que este ciclo de música se integre como algo completamente normal.
En su momento, y hay que recordarla por su excepcionalidad, lo hizo Pilar Miró, que un día a la semana osó programar, por La 1 y a las diez de la noche, conciertos de la Orquesta de RTVE. Las piezas elegidas eran populares y la apuesta no se mantuvo más que una temporada. Pero ahí quedó el gesto.
El mundo y nosotros hemos cambiado tanto que el hecho de que un directivo plantee que el ciclo de abono se emita en directo parece arriesgado. Invito a que consulten las programaciones de La 2 hace cuarenta años. Eso sí era caviar. Se asumía con total naturalidad.
