Allá por los añorados y felices años ochenta Gary Lineker, un excelente delantero inglés, dijo aquella famosa frase de que el fútbol es un juego que juegan once contra once y en el que siempre gana Alemania. El socialismo alicantino es un juego en el que bandos del propio partido se enfrentan durante décadas lanzándose a degüello y donde siempre gana Ángel Franco. El resultado de tal divertimento ha sido sin embargo poco alentador: en los últimos lustros el PSOE de Alicante ha dado un solo alcalde, Gabriel Echávarri, de triste destino (no acabó la legislatura) y ni siquiera ha sabido aprovechar que dos de los munícipes del PP, Luis Díaz Alperi y Sonia Castedo, acabaran en los tribunales. 

Ahora bien lo que tampoco es aconsejable es que uno utilice la excusa aparentemente loable de batallar contra Franco para su propia e interesada supervivencia, olvidándose de los anhelos de la ciudadanía de la que recibió sus votos e incluso bordeando el ridículo. Y eso es lo que le está sucediendo a Francesc Sanguino, actual portavoz y último alcaldable del puño y la rosa (no repetirá). 

Como ha venido contando este diario desde hace dos días, Sanguino ha iniciado una cruzada contra las huestes del exsenador en la que ya se ha cargado a tres asesores (eso era fácil) y en la que ahora intenta apartar a su portavoz adjunta Trini Amorós, muy de Franco, de todos sus cargos (eso lo tiene más difícil).Por ejemplo nuestro hombre quiere eliminar a Amorós del Patronato de Turismo con la excusa de que esta última concejala se ha opuesto a la tasa turística cuya tramitación han iniciado los partidos del Botànic (entre los que se encuentra, claro, el propio PSOE) en las Cortes Valencianas. 

Ahora bien lo sorprendente es que Sanguino no defiende esa tasa a la que se opone Amorós porque considere que sea buena para la sociedad alicantina (lo que podría ser legítimo) sino porque Ximo Puig la apoya o para ser más exactos ha dado luz verde a su tramitación. Y mi “responsabilidad es hacer lo que dice Puig” ha venido a decir Sanguino. Es una curiosa forma de entender la política basada en el culto a la personalidad del líder: yo hago lo que dice mi jefe porque entre otras cosas mi jefe me puso aquí, añadió también el actual portavoz socialista por increíble que parezca. Plantearse en cambio las consecuencias de ese impuesto al turismo para Alicante (a pesar de que parece evidente que en esta ciudad la oposición al mismo resulta masiva) es algo que no entra en la agenda de Sanguino. Estos días Luis Barcala opina muy bien de su aún antagonista socialista. “Gracias Paco”, ha debido susurrar el actual alcalde del PP. 

En septiembre votó sobre la tasa lo mismo que Amorós. Ahora se la quiere cargar

Es también interesante revisar el momento en el que Sanguino ha comenzado esta ofensiva a favor de la tasa turística. Porque hace muy poquito tiempo, en el pasado mes de septiembre, no pensaba así. Entonces, PP y Cs presentaron en el pleno municipal una moción en contra de ese gravamen y Sanguino se abstuvo a la propuesta (que desde la óptica socialista era tanto como proclamar no a la tasa) de la misma forma que lo hicieron el resto de concejales de su grupo municipal. Es decir, que en aquel momento Sanguino votó lo mismo que Amorós. Pero ahora, tan pocos meses después y sin explicar la razón, ya no piensa lo mismo que su concejala. Al contrario, se la quiere cargar

¿Por qué? El antiguo director del Teatro Principal realiza este salto al vacío justo cuando ya no tiene ninguna posibilidad de liderar la próxima lista socialista a las elecciones de 2023, cuando ya nadie le hace caso y cuando su puesto es de paja. Así que se ha barruntado (y hasta debe haberlo visto inteligente), "me atrinchero para sobrevivir e incendio el partido en Alicante sin importarme que falte un solo año para las elecciones municipales" (Barcala sigue dándole infinitas gracias a Paco). 

Sería muy grave que hubiera montado todo este quilombo por asegurarse durante un año un carguito en València

Esa podría ser una de las razones de este insólito movimiento de Sanguino. E incluso la menos mala. Porque habría otra peor: muchas fuentes del partido coinciden en que la solución a esa crisis consiste en llevarse a Sanguino a València y premiarle con un puestecito en el segundo escalafón autonómico. Sueldecito asegurado durante un año. Lo más terrible sería que el propio Sanguino estuviera pensando lo mismo. Que hubiera armado todo este quilombo por asegurarse un cargo en el cap i casal. Todo eso mientras muchos de los electores que le votaron ahora lo pasan fatal para llegar a final de mes por culpa de la inflación, la guerra y demás desgracias. Ellos quizás no tendrán tantas ganas de darle las gracias a Paco. 

Como ya hemos dicho, Sanguino se ha desecho en alabanzas a Ximo Puig y ha reiterado que todo esto lo emprende por su amado jefe. Pero en realidad le ha hecho un flaquísimo favor al presidente de la Generalitat. Porque lo mismo que ha dicho Amorós (que la tasa no puede aplicarse en una provincia tan turística como esta) lo han dicho un montón de alcaldes socialistas que tienen el comprensible deseo de seguir siendo alcaldes tras los próximos comicios electorales. Sin ánimo de redactar un largo listado, así lo han argumentado de norte a sur Vicent Grimalt (Dénia), José Chulvi (Xàbia), Vicent Arques (l’Alfàs), Andreu Verdú (La Vila), Carlos González (Elche), Carolina Gracia (Orihuela) o José Luis Sáez (Guardamar). ¿Quiere decir Sanguino que todos estos alcaldes de su partido están también yendo por libre y sin seguir las directrices de Puig como a su juicio está haciendo Amorós en Alicante? ¿Considera que el también secretario general del PSPV debería tomar medidas contra todos estos ediles cuyo tirón electoral tanto necesita para mantenerse al frente del Palau de la misma forma que él (Sanguino) pretende hacer contra Trini Amorós? ¿Sí?

Está usando la discutible estrategia de Puig de contentar a Compromís y Podemos para incendiar su propio partido

Pero es que por si fuera poco en realidad Puig no está efectuando ninguna alabanza a ultranza de la tasa: opina quizás en voz baja algo relativamente similar a lo de los alcaldes nombrados, que este no es el momento de este impuesto (por eso nunca llegará antes de 2024) , y por lo tanto sostiene con matices lo mismo que Amorós. Y eso lo sabe Sanguino. ¿A qué juega entonces?

En definitiva a Puig, que ve cómo PP y Vox le aprietan y aprietan para arrebatarle el mando de la Generalitat, ya solo le faltaba que alguien de la casa (Sanguino) utilizara su ya de por sí discutible estrategia de contentar a Compromís y Podemos, aprobando la tramitación de la tasa, para incendiar su propio partido. Y encima en Alicante donde la izquierda valenciana se juega la vida y donde las cosas no van bien, en parte por la propia falta de gestión del actual Botànic. Así que hay alguien más que también le quiere dar las gracias a Paco. El candidato autonómico del PP, Carlos Mazón, quien estará ahora musitando un enorme “gracias Paco, muchas gracias, pero de verdad “. De verdad de la buena.