La frivolidad y la soberbia son defectos que en política se pueden ver como virtud, quizá sea porque los protagonistas salen de la mediocridad a la que nos estamos acostumbrando. Cuando alguien coloca a un afiliado que promete en puestos de salida de una lista, independientemente de que conozca su valía, por lo que está apostando es por otros factores que nada tienen que ver con su capacidad de gestión porque la desconoce. El día que sale elegido y por arte de birlibirloque se decide qué concejalía se ajustará más a sus características, lo que en realidad se está haciendo es un ejercicio de fortuna: «Se abre una caja de bombones», que diría Forrest Gump. A medida que un mandato tan raro como este ha ido avanzando, los concejales se han posicionado para continuar en el cargo y hace tiempo que esto se ha convertido en su prioridad. Buena parte de ellos fía que le renueve el partido su confianza en la lista, y si es posible más arriba, por todo lo hecho durante cuatro años y hay nombres que no hace falta dar porque los dio hasta Pablo Ruz el día que les felicitó (que ni hasta esto le gustó al PSOE). Alguno también asegura que la maldita pandemia no le ha dejado llevar a cabo sus propósitos y merece otra oportunidad, otros llegan a consideran culpables a los periodistas de sus males, hay quien se justifica porque le han dado un área con pocas posibilidades de sobresalir y también existe aquel que quedó señalado el primer día. Por ello está apartado de las cuestiones de interés, nadie le pregunta ni él pregunta y apenas levanta polvo y paja.

El alcalde de Elche, Carlos González, tiene una enorme virtud: la paciencia, y los años de ejercicio en la política le han demostrado que no por correr más rápido se llega antes al destino. En cambio, otros entienden que lo que le pasa es que le cuesta tomar las decisiones importantes. En cualquier caso, sea una cosa u otra, mal no le ha ido. Quien tenga duda, que mire los resultados electorales. Y en estos siete años de mandato ni ha movido a concejales de áreas. ¿Suerte? Es como si considerara que ha acertado y todos lo hacen bien. Bueno, eso al menos siempre dice él. También es una forma de interpretar que si hubiera tenido que mover a alguien sería un síntoma de que se equivocó... o bien que no sabe dónde ponerlo y, ante la duda, lo mejor es no tocar algo que ni funciona pero que tampoco va a funcionar. Ahora bien, después puede pasar lo que le pasó en el anterior mandato, que no escuchó a aquellos que le dijeron que tomara decisiones con el edil José Manuel Sánchez, apartado o autoapartado del equipo de gobierno, eso nunca lo llegaremos a saber, y eso que dirigía una de las áreas más importantes del Ayuntamiento, como era Urbanismo. Ahora Sánchez critica con una ferocidad a los que fueron sus compañeros en las redes sociales y también por ende al que era su partido como si nunca los hubiera conocido.

Y no sé si González tendrá otro caso Sánchez pero estos días le han dicho algunos compañeros que lo que está pasando con la Concejalía de Fiestas merecería una respuesta por su parte, pero es evidente que no se producirá y menos en estos momentos, pero tampoco en septiembre y octubre. Nunca en Elche y a dos semanas vista de las Fiestas de Agosto la mayoría de contratos importantes estaban sin licitar. De aquí al 5 de agosto el Ayuntamiento tiene que publicar sus pliegos de condiciones, dar un plazo a las empresas, estas tienen que elaborar sus propuestas, se tienen que estudiar por los técnicos, se tiene que producir la resolución y los que obtengan el concurso tendrán que trabajar contrarreloj... si no hay recursos. ¿Les parece a ustedes que la administración trabaja a este ritmo?

Después de que la Fiscalía Anticorrupción abriera una investigación a un contrato de la Concejalía de Cultura, el equipo de gobierno debería andarse con pies de plomo por mucha tranquilidad que pueda tener en que al final se dé un carpetazo al asunto de las exhumaciones. Si con tiempo en la elaboración uno se equivoca, imagínese cuando lo que está en juego es que salgan los principales acontecimientos sociales que marcan el devenir de una ciudad, como son las fiestas patronales. Sería un fracaso absoluto si algo falla y la tentación de saltarse la ley por mor de evitarlo, se quiera o no, es algo en lo que prefieren no pensar que pueda suceder.

González, con esa flema que le caracteriza, que le permite encontrar una justificación a todo, llegó a culpar casi a los rusos de que los contratos no estén a su tiempo... bueno lo que dijo es que todo es responsabilidad de la inflación de los mercados. Un argumento que no le compra, seguro, ni la concejala Mariola Galiana, que ni el día que el regidor salió a dar la cara por ella y evitarle el bochorno que está causando por estos injustificables retrasos, pero también por sus salidas de tono con periodistas o los desplantes con la asociaciones, a algunas de las cuales ni recibe, ni ese santo día, supo estar callada.