¨Quién no ha deseado alguna vez ser invisible? ¿quién no ha deseado alguna vez dejar de serlo” Eloy Moreno, Invisible.

Son pocas las veces que la vida da la oportunidad para poder reponer o restituir acciones que, aun con el paso del tiempo, la sociedad no ha podido olvidar. Yo soy de esas que creen que con la acción política esto puede suceder. El camino puede no ser fácil pero si durante el recorrido los principios que lo iniciaron no te llevan al final, merece la pena recorrerlo.

Reconozco que cuando alguien de mi entorno sabe que soy Historiadora me mira perpleja y no pueden evitar transmitirme con su mirada ¿en serio? ¿para qué sirves?. Nada peor se refleja en algunas caras cuando además añado que en política dentro de mis responsabilidades actuales una de ellas es trabajar por y para la Memoria Democrática. ¡Casi nada! Ahí es entonces cuándo el asombro, la incredulidad y la pesadumbre invade a muchas y muchos. Tengo siempre que aclarar que no vivo instalada en el revanchismo y que el pasado no me impide tener un presente de trabajo incansable desde el que poder construir un futuro.

La Memoria Democrática basa su trabajo en asegurar, dar a conocer y transmitir la importancia de la defensa de los valores y los principios que inspiran una sociedad democrática. Esta defensa se convierte en la garantía de que en un futuro, que a veces no está tan lejano, se impida la involución de los logros en derechos alcanzados y nos instalemos en posiciones que se caractericen por un absoluto déficit democrático. Sin embargo, es difícil trasladar que la Memoria Democrática no es un constante ejercicio de melancolía e incluso, como decía anteriormente en el caso de nuestro país, estemos ubicados en el revanchismo político.

Cuento a mis amigas y amigos que somos muchos y muchas los que trabajamos en esta materia con la convicción de que reconocer nuestra historia nos hace libres, más demócratas y no nos instala en la casilla de salida de nada. Todo lo contrario, nos permite reforzar nuestros pilares democráticos y que son políticas fundamentales para el día a día.

Les cuento también que desde el Gobierno de España se ha aprobado una nueva Ley de Memoria Democrática y que tal como explicaba el pasado jueves 14 de julio en el Congreso de los Diputados el portavoz de Memoria Histórica del Grupo Parlamentario Socialista y diputado por Badajoz, Valentín García esta Ley “dignifica, reconoce y repara a las víctimas del franquismo. La norma también declara la ilegalidad y la ilegitimidad de los tribunales franquistas y, en consecuencia, el carácter ilegal y radicalmente nulo de las sentencias que dictaron dichos tribunales…, que establece como política pública la exhumación de fosas, que pasará a ser un deber de los poderes públicos, y establece el reconocimiento y homenaje a todas aquellas personas que fueron represaliadas por el franquismo, declarando el día 31 de octubre, como el día para su homenaje y el 8 de mayo, como reconocimiento de las víctimas del exilio. Además, sitúa en pie de igualdad a las mujeres que lucharon contra la dictadura, que sufrieron una doble vulneración de derechos y que alumbraron una España democrática y libre”. Y que con todo esto y mucho más queremos ser mejor como país, más justos, dignos y humanitarios.

Por parte de la derecha de este país se ha trabajado mucho por deslegitimar este concepto y se han trasladado múltiples indefiniciones intencionadas sobre este tema, lo que aún nos hace más difícil el trabajo.

Yo cuento y cuento porque quiero que nuestra sociedad ancle firmemente los valores de la democracia y que nadie nunca más tenga miedo a decir alto y claro lo que piensa. Que a nadie le olviden por no ser como los demás quieren que sea. Es entonces cuando la historia se mete en nuestras vidas y dejan de mirarme con la expresión rígida y fruncida. La nueva Ley de Memoria Democrática nos convierte en una sociedad más digna y eso es imposible hacerlo sin contar la verdad, hacer justicia desde la Memoria y trabajar por la recuperación. Yo creo en esto y por eso lo cuento.