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Monfragüe y Las Hurdes

Monfragüe y Las HurdesPedro Puente Hoyos

Fue pura casualidad. La serie Parques nacionales dedicaba su episodio al de Monfragüe, mientras 80 cm, con Juanjo Pardo, recorría Las Hurdes. Precisamente ambos parajes se convirtieron en un infierno un par de días antes de la emisión de ambos programas, que llevaban meses esperando su estreno en los cada vez más pequeños dispositivos digitales que acogen estos sofisticados materiales.

De este modo, el visionado de estos reportajes, concebidos para ser testigos del goce y el disfrute por la naturaleza, se convirtieron en extraños réquiem, imaginando en lo que se habrán convertido a fecha de hoy.

Mientras tanto, no se nos iba de la cabeza la imponente Francia, que durante las tres primeras semanas de julio hemos saboreado kilómetro a kilómetro en el Tour. A ras del suelo, desde las cámaras de las motos, o a vista de helicóptero. Igual de señorial y hermosa.

En lo natural, verde, frondosa, tan perfecta que parecía que las imágenes estuviesen retocadas. En lo urbano, civilizada, con pueblos en un estado de conservación envidiable; con un patrimonio ante el que descubrirse, desde la iglesia más apartada hasta cualquier edificio de arquitectura industrial puesto en valor.

Todo lo contrario que España, donde salvo la cornisa cantábrica, poco se puede salvar a estas alturas. Con un litoral expoliado por el sector inmobiliario, las dos Castillas secas y un amplio sur y sureste desertificados. Recuerdo una vuelta a Burgos, que es como aplicar el Google Maps a la Vuelta a España, donde veía los tejados de uralita de los almacenes de aperos de labranza cada dos por tres. Allí habitaba Delibes en 2022.

Qué envidia de galos. Con el cambio climático cada año está más claro que Europa acaba en los Pirineos.

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