Hace un millón de años conocí personalmente a Luis García Berlanga, uno de los mejores cineastas que ha dado la industria del cine español. Recordar ahora sus mejores películas no tendría demasiado objeto porque sus títulos están en la mente de todos los cinéfilos que en el mundo somos. Llegué a conocerlo bastante a través de uno de mis mejores amigos, también valenciano, Ricardo Muños Suay. Aunque a los dos cineastas les separaban grandes diferencias ideológicas, eran muy amigos y habían colaborado juntos en alguna obra maestra del cine español, como “Bienvenido Mister Marshall”.

Cuando Luis debía de asistir a alguna de las sesiones del Consell Valenciá de Cultura en el Cap i casal, se descolgaba por la casa de Ricardo y el productor de “Viridiana”, nada menos, se apresuraba a llamarme y preparábamos una cena fría que se prolongaba hasta las tantas porque la conversación, ya se lo pueden imaginar, era de una lucidez y un ingenio apabullantes (por parte de ellos dos, claro). En una de esas reuniones con nocturnidad y alevosía, fue la primera vez que oí hablar del proyecto de una instalación permanente que estuviera al servicio de la industria cinematográfica española, en condiciones de competir con los más importantes estudios europeos debido a nuestro clima y diversidad de paisajes. Berlanga, autor de la idea, tenía obsesión por la misma y proponía un lugar en la costa de Castellón.

Muchos años después, en una campaña electoral para las municipales en Alicante, algún “genio” del Partido Popular rescató aquella idea, tal vez porque no tenían nada que ofrecer a la ciudadanía como suele ser habitual en ellos, y lanzaron la idea de la “Ciudad de la Luz” sin concretar nada. Simplemente se les llenaba la boca de propaganda. Cuando el PP perdió las elecciones municipales y autonómicas olvidaron un asunto que no tenían diseñado, hasta que cuatro años después tal vez aconsejados por Luis García Berlanga tan genial como cineasta como conservador en lo político, les soplara la vieja idea de unas instalaciones.

Pronto fue tomando cuerpo la conocida ciudad del cine en la partida de Agua Amarga y hasta el propio Luis, asociado con algún ilustre alto cargo socialista, montó una empresa con ese nombre para promocionar el posible negocio. Lo que ocurrió a partir de entonces, con la compra y desalojo de los vecinos de la zona donde se enclava la conocida como Ciudad de la Luz es bien sabido y consta en los archivos del disparate nacional que significó la gestión especulativa de los gobiernos del encarcelado Eduardo Zaplana, tan ruinosa para los contribuyentes de esta tierra.

Años después, merced a un encargo de este periódico, realicé un trabajo que llamé “Alicante, conoce tu ciudad” y me tocó visitar las instalaciones cinematográficas de Agua Amarga. Atrás habían quedado la inauguración de unos espléndido estudios con la orden de ¡Acción! Dada por el director alicantino Manuel Iborra que comenzara el rodaje de “La dama boba”. Durante ese primer año de 2005 se filmaron nada menos que doce películas, entre ellas una gran súper producción, “Astérix en los Juegos Olímpicos”, con Gerard Depardieu, el genial Olmo de “Novecento”, alojándose en nuestra ciudad. Se rodaba en exteriores y en los alrededores pero también en el interior de unos magníficos estudios diseñados por Gary Bastien, un norteamericano experto en firmas implantadas en Hollywood como Paramount, Warner Bross o Dreamworks, que incorporaban además, todos los medios e instalaciones necesarias para el desarrollo de producciones cinematográficas y audiovisuales en todas sus facetas, tanto en rodaje como en edición y postproducción en una complejo de más de tres millones de metros cuadrados, una sexta parte construidos, ubicado en un lugar privilegiado que domina de cabo a cabo la bahía alicantina. Por si faltara algo, se levantó un moderno Centro de Estudios con la pretensión de se impartieran cursos de estudio universitario a dos niveles, una licenciatura en Comunicación Audiovisual y áreas de formación como las de Producción y la de Dirección Artística.

Era, también, la época de que directores como Jean Jacques Annaud, Riddley Scott o Carlos Saura, mostraban presencia en aquellas instalaciones que tanto dinero nos habían costado a los contribuyentes valencianos. O, también, la presencia de famosos actores y actrices como Paz Vega, José Coronado, Verónica Forqué, Santiago Segura, Bruce Willis, Naomí Watts, Antonio Banderas o Penélope Cruz. Tiempos que parecían felices pero que escondían la verdadera miseria de aquel negocio para unos pocos pagados por todos nosotros. La incompetencia, el amiguismo y la corrupción pronto se enseñorearon de aquel bello proyecto que pronto, como tanto otros emprendidos por el Partido Popular, como Terra Mítica, el aeropuerto de Castellón, la Copa del América, o la Fórmula Uno entraron en fallida económica. De repente, aquellos tiempos en los que la Comunidad Valenciana iba a convertirse en el centro del universo mundial se ensombreció por culpa de la irresponsabilidad de unos gobernantes que algún día deberían pagar sus cuentas para con todos nosotros.

La Ciudad de la Luz, un complejo que nos costó a los valencianos quinientos millones de euros, oficialmente, de pronto se quedó varado, como aquella sirena de Alejandro Casona y durante muchos meses la noche de los tiempos se abatió sobre aquel proyecto tan monumental como nefastamente gestionado. El denominado “mejor estudio cinematográfico de Europa” dejó de tener actividad por denuncia de actividad desleal y el Centro de Estudios cerró silenciosamente sus puertas. La Unión Europea, que había contribuido con varios cientos de millones a la puesta en marcha, pronto reclamó sus dineros al comprobar que del proyecto a la realidad había un gran desfase y que, por si faltara algo, nadie pagaba por producir aquí y, al mismo tiempo aquí se pagaba por que lo hiciesen, una verdadera pirámide económica para falsear la situación. Nadie quería ya saber nada de aquel lugar tan maravilloso hasta que las elecciones de 2015 acabaron con la nefasta gestión popular de gobierno en la Comunidad Valenciana durante veinte largos y negros años de corrupción, como bien demuestra que todavía pasaron y siguen pasando por la cárcel y los juzgados altos cargos del PP, como los presidentes autonómicos Eduardo Zaplana, José Luis Olivas o Francisco Camps.

Pero esto, ¡ay!, es pasado, un pasado de corrupción e incompetencia que los electores no deberían echar en saco roto. Ahora, y desde la llegada a la presidencia de la Generalitat del socialista Ximo Puig, las cosas han comenzado, poco a poco, a enderezarse. La Unión Europea suspendió, a petición del nuevo gobierno socialista en la Comunidad Valenciana, la subasta a la baja, baja, de unas instalaciones espléndidas; recientemente, se ha dado luz verde para que los ruinosos y silenciosos estudios cinematográficos del paraje alicantino de Agua Amarga recuperen parte de las actividades para las que fueron creadas.

La última gran noticia es la de que el Presidente Ximo Puig ha alcanzado un acuerdo inicial para que Euronews, cadena que cubre la actualidad mundial y la distribuye a más de 150 países, se instale en ese malhadado complejo y que, al mismo tiempo, aproveche las instalaciones vacías del Centro de Estudios para instalar un lugar de formación para estudiantes de las universidades de nuestra Comunidad y de toda la Unión Europea. Un “elemento fundamental”, según Ximo Puig, “para una nueva etapa del complejo”, que bien pronto recomenzará sus rodajes tras haberse levantado el castigo que le impuso la Unión Europea.

Como diría el buen cineasta José Luis Cuerda, “Amanece en la Ciudad de la Luz”. Que no es poco.