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Tomás Mayoral

La Confederación del Júcar confunde solidaridad con caridad

La Confederación del Júcar confunde solidaridad con caridadÁXEL ÁLVAREZ

De sorprendente podría calificarse lo que subyace a ese plan, no sabemos si A o B, de la Confederación Hidrográfica del Júcar para que el trasvase a Alicante solo sea de seis meses “para no perjudicar la campaña del regadío valenciano”. Sorprendente porque ya de entrada la Confederación está dejando claro “de quién es el agua” y en función de qué intereses se reparte. En función de estas prioridades habrá agua para Alicante, al parecer, y siempre según la mencionada Confederación, cuando a los agricultores valencianos ya no les haga falta. Da la casualidad de que, si no nos hemos equivocado algunos de país (y, ya que estamos, de paisaje y de paisanaje) en España el agua es un bien público. Líbrenos el dios de la lluvia, que no llora mucho por aquí, de querer quitar el agua a nadie. Pero al menos se espera que haya un reparto equitativo dentro de nuestra propia Comunidad al que, en función de ese carácter público del líquido elemento, tenemos derecho todos los que habitamos en este secarral patrio. Hasta 50 hectómetros cúbicos es el objetivo, altamente loable, del Consell, según expuso Roger Llanes, secretario autonómico de Agricultura. Pero, como pidieron los regantes, el agua tiene que llegar todo el año, no seis meses. Se tienen tantas necesidades allí como aquí. Nadie dice que el caudal no se reparta de acuerdo a criterios razonables, pero no en función de las necesidades de unos sobre otros. Si no ese reparto “solidario” sonaría, lisa y llanamente, a caridad mal entendida.  

Ya que estamos de sorpresas ayer hubo dos que podemos calificar como presuntamente agradables. La primera es que Pilar Bernabé, nueva delegada del Gobierno, se plantara nada más y nada menos que en Aspe para asistir a una reunión de la Federación de Comunidades de Regantes de la Comunidad Valenciana. A día de hoy, eso es casi como si el general Custer visitara un congreso de los sioux. Los regantes agradecieron el gesto, muy de aplaudir, y también el mensaje que les traía Bernabé. Y ahí está la segunda sorpresa: la delegada dijo que el presidente Pedro Sánchez es consciente de que falta caudal en la provincia. Una afirmación de la que se pueden deducir dos cosas: en primer lugar, por fin tenemos una prueba, indirecta pero empírica, de que Sánchez sabe que Alicante existe; en segundo, el presidente es consciente de que tenemos un problema con el agua que su gobierno, de momento, está en vías da agravar con sus decisiones sobre el Tajo-Segura. Ahora solo falta que Ribera también lo entienda.

Y una cosa más:

¿Qué buscaba exactamente Paco Sanguino con una depuración de los miembros afines al sector de Ángel Franco en su grupo municipal? ¿Llamar la atención? El movimiento fue claramente propio del “teatro del absurdo”, especialmente cuando la carnicería se justificó con el argumento peregrino de la oposición de ese sector a la tasa turística. Pensándolo bien, he exagerado: el “sainete” hubiera sido más adecuado para definirlo. Bien es verdad, que el PSPV se había ganado a pulso este “día de furia” de su errabundo portavoz municipal en el Ayuntamiento de Alicante, que se debió cansar de llamar al Palau para ver “qué había de lo suyo”. La respuesta que le llegó ayer desde allí debió sonarle a Sanguino a marcha fúnebre: "Nadie es impresindible". Ahora se va como portavoz pero se queda con el acta de concejal. El show debe continuar.

 

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