Con dilación omertiana se ha sabido la marimorena que le montaron a una colega de tevetrés por preguntar a la presidenta del Parlament sobre lo que tocaba. Mira que pretender que responda a aquello que se le imputa. Dónde vamos a llegar.

Al concluir el programa, la intrépida entrevistadora se cruzó con Laura Borrás. De entre el séquito surgió Francesc de Dalmases, diputado de Junts per Catalunya, quien al considerar inadecuadas las preguntas agarró a la malvada, la introdujo en un camerino, impidió la entrada de las compañeras de producción y, en presencia del resto de la comitiva, reprendió su comportamiento a gritos mientras la emprendía a golpes con el mobiliario, según componentes de la casa que andaban en las cercanías. Desde el partido al que pertenece el ínclito han negado situaciones de agresividad y han esgrimido que lo que hubo fue una mera discusión profesional. Sí, vamos un consejo de redacción. Y eso que Francesc no forma parte de la profesión sino que se trata, ojo, de un educador social. Viéndolo actuar es normal que no se dedique a lo suyo.

Aunque en los privados se da de todo, ¡ay los medios públicos! Pobretes. Es que no hay uno en el que no haya sonado la flauta. En Ràdio 9, nada tomar el poder en la Generalitat el ganador desde Benidorm de la canción liberal, el entonces jefe de programas denunció presiones para elaborar una lista de desafectos al pepé y el hombre acabó de empresario de la restauración en Venezuela bajo la marca de Don Pascualón. Así en Canal Sur con los otros o en Telemadrid. Y qué decir de lo registrado en el Pirulí. Que tararí que te vi.

En los días en que se produjo la interviú, Borrás dio rueda de prensa con tal de decir que no tenía intención alguna de dimitir por haber supuestamente fraccionado contratos públicos para adjudicárselos a un amigo: «Este caso ha llegado tan lejos por ser quien soy y por el proyecto político que represento. Es pensando en la dignidad del Parlament por lo que no quiero dimitir». Pues eso. Que solo le faltó bailar.