Al igual que con la tasa turística aquí en Alicante, en la que Compromís ha encontrado en el PSPV un comparsa forzado, que no se cree el invento pero tiene que simular que sí (les aporto el enlace sobre el debate ayer en el Invatur del demoledor informe de la Universidad de Alicante y el papelón de quienes tienen que defender a palos la tasa frente a los alcaldes de su propio partido), este socio del Botànic tiene también un momento surreal en relación a la capital de la Comunidad. En este caso con el apoyo de Unidas Podemos (el PSPV no juega con las cosas de comer cuando hablamos de València). El asunto es la declarada intención de evitar la ampliación del Puerto de València, primero de España y en el puesto 30º del mundo, e incluso demoler la parte ya realizada hace una década, que costó la friolera de 203 millones. En mayo pasó aquí muy inadvertido el caso, pero esta petición llegó a plantearse como proposición no de ley en el Congreso. Baldoví se unió a ERC, Más País, la CUP y Nueva Canarias para promover la petición. Vaya aquelarre. La propuesta fue rechazada por una “UTE” de partidos aún más rara: PSOE, PP, Vox y Cs. Casi nada.

Les cuento esto porque comprendo perfectamente la inquietud que despierta en València a cualquiera con dos dedos de frente peticiones como ésta. Dejando volar la imaginación, me pregunté qué cara se les pondría a los agentes económicos de la capital de nuestra Comunidad si a algún socio descarriado de un gobierno de coalición le diera por pedir, un suponer, un impuesto a cada marinero que pernocta en su barco mientras está atracado en el puerto. Lo que me interesa no es tanto la ocurrencia, lógicamente irreal, como el efecto que provocaría en esos agentes económicos tamaño disparate. Puedo aventurar que les causaría sudores fríos que alguien quisiera hurgar tan gratuita y despreocupadamente en un elemento clave en la economía de València y de toda la Comunidad. Les preocuparía y tendrían razón en preocuparse. No por lo propuesto, sino solo porque se proponga.

Por eso sorprende la ligereza con la que tratan algunos un sector que es clave para Alicante, aunque también para toda la Comunidad, el turístico. Sinceramente, creo que están más cerca de lo que podría parecer la ocurrencia de cobrar a los marineros de los barcos y la de cobrar a los turistas que nos eligen solo por el hecho de hacerlo. Ni una, la imaginaria, ni la otra, la real, tienen sentido. Y es por el mismo motivo: marineros y turistas ya contribuyen sobradamente a nuestra economía sin que tengamos que “multarles”, como dice Colomer con toda la razón, con un impuesto injustificado e injustificable.

Cada día es más evidente que lo que subyace a este debate es que València sí quiere esa tasa turística. Pero, ¿es necesario que todos nos tengamos que merendar la tasa entre pan y pan por esa particular necesidad y dañar al sector turístico entero de la Comunidad? Ese sector turístico que se trata con tanto desconocimiento y tan a la ligera sigue, por cierto, a lo suyo, dando alegrías todos los días. Ya se nos dijo la semana pasada que el turismo nos va a salvar las cifras de crecimiento económico previstas para 2022. Ayer volvió a aportar otro dato esencial de su fortaleza al confirmar que es el gran tractor del crecimiento del empleo: 27.029 trabajadores más en julio en la Comunidad. Suma y sigue.

Y una cosa más:

Alicante es tierra de autónomos. Se ha sabido siempre, pero será más obvio desde que supimos ayer que en las actuales circunstancias acabamos de batir el récord de trabajadores por cuenta propia: nada más y nada menos que 139.000 inscritos. El pacto alcanzado por el Gobierno con las principales organizaciones del sector supondrá un beneficio apreciable para dos de cada tres autónomos alicantinos, que verán bajar su cuota con los nuevos tramos de cotizaciones. Hasta 15 habrá para acercar esa cotización a los ingresos reales de cada autónomo.  

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