Aunque las televisiones sigan a lo suyo y al encenderlas los canales no fundan a negro, no se engañen. Durante los meses de verano y hasta que se inicie la nueva temporada todo lo que sale por la pantalla es un simulacro. Porque la programación, lo que se entiende como tal, se ha volatilizado hasta septiembre.

Me duele especialmente el caso de La 1, una cadena que cuenta con un nuevo director de Contenidos, José Pablo López, procedente de Telemadrid, donde ocupó el cargo entre 2017 y 2021. El Consejo de Administración de RTVE lo ha fichado con un único fin: que devuelva la audiencia al canal.

Parece que la estrategia consiste en programar a golpe de evento. Julio lo ha salvado con los encierros, el Tour y una Eurocopa que se ha sacado de la chistera. Con qué ganas la promocionan. Como si no hubiese competición más importante en el calendario. Partido a partido, contando con la suerte de que las chicas de la selección española jugaron bien, ha pasado julio. Ya veremos cómo van los próximos meses. Por de pronto hay cine de relleno todos los días de la semana.

Nos apena apreciar esta actitud en la Corporación que se iba a comer el mundo, la que iba a hacer esa televisión comprometida que nos merecíamos. Un islote de proyecto de Corporación progresista, con mayoría de componentes de ideología de izquierda, que llega después de un larguísimo periodo donde el timón lo llevó la derecha y poco antes de que los mismos de antes vuelvan a tomar ese timón.

Otra oportunidad perdida. Cuando vi a una presentadora dando la quiniela con la liga de los países nórdicos, comprendí todo. Caminamos de involución en involución.