Orihuela ha salido en la tele nacional (perdón, quise decir de ámbito plurinacional) para disgusto de todes, pues un «empresario», de este modo, persistente e insidioso, le llaman todo el rato como si fuera pecado, ha aceptado la embajada del bando moro con un único propósito, hacer escarnio de unos pobres negros (vaya redundancia) y demostrar así su racismo y prepotencia. Naturalmente ha sido rápidamente señalado por un miembro de la corporación municipal. No de un cualquiera, vamos.

El ínclito edil, poco dado a la contención, califica al empresario – en realidad no sé cómo espera esta casta casposa y explotadora que la llamen- de sacabarrigas, racista, pijo, cutre y le acusa de hacer una escenificación obscena, elitista (coño, si es empresario) y decadente desfilando a hombros de porteadores racializados. Aquí a los catetos que no vimos más allá de un espectáculo de mejor o peor factura, de buen o mal gusto, nos hubiera venido bien que usase términos que podamos entender, como porteadores negros de color oscuro. ¿Racializados?

Pero claro el mensaje del quisquilloso concejal tenía por objeto dejar su rastro ideológico, manchar la fiesta con interpretaciones políticas fuera de lugar y aprovechar el momento para denunciar un mal que sólo su sectaria enfermedad totalitaria, y los pocos hinchas que le quedan, ven. Nos ofende que unos negros (¿o debo decir afroamericanos como en las pelis?, es que ya no sé), que se dedican a trabajar en este tipo de espectáculos, porten a un empresario explotador- vaya pleonasmo, como subir para arriba, por lo menos- cuando lo podían haber hecho algunos de sus muchos empleados blancos heteropatriarcales ligeramente embadurnados de betún. Bueno, igual esto tampoco le gusta puesto que entramos en la apropiación cultural, tan querida por estos tiranos del pensamiento, y hubiera «posteado» que quién son ellos para representar un papel que debería ser interpretado por gentes genuinamente retintas, pues a este delirio nos lleva la ideología reaccionaria que defiende el mencionado edil, y si no lo creen lean el libro de Caroline Fourest Generación ofendida.

Es una categoría más como pueden ser el género o la sexualidad. Como ven la tentación taxonómica de la izquierda radical es infinita, pero nunca inocente.

Pepe Vegara le responde, con toneladas de sentido común, que es una figuración sublimada para festejar y que no hay afán alguno de humillar a nadie ni a nada, pero claro, este tipejo debe ser un fascista, así que ni caso. Vayamos al meollo, racializados, ¿qué es? Nos lo explica Moha Gerehou en el Diario.es, a propósito del nombramiento de Rita Bosaho como directora de alguno de esos chiringuitos que la parte podemita del gobierno ha generado para dar hueco a sus amigos. Rita es la primera mujer negra o de color, vaya usted a saber, diputada en el Congreso, aunque su tío Enrique Gori Molubela ya fue diputado en las cortes franquistas; luego tampoco es que hablemos de una marginada por su triple condición de mujer, negra y africana -si además es lesbiana, el pack está completo-, que esto es lo que encierra el concepto racializado según la doctrina neocomunista: designa la condición y trato que el tipo racial te otorga en la sociedad; si eres blanco, como el empresario, bueno, todos se pliegan a tus deseos; si eres negro, como Rita Bosaho, malo, pues te eligen diputada y te dan un cargo perfectamente prescindible en España, pero con un sueldazo. Racializado, en boca de Moha, no es la forma políticamente correcta de decir «negro», sino que es una manera desde la que describir la categoría racial. Es una categoría más como pueden ser el género o la sexualidad. Como ven la tentación taxonómica de la izquierda radical es infinita, pero nunca inocente. Dominar el lenguaje para desestructurar la sociedad, como denunció Orwell. ¡Ay el relato, cuándo nos daremos cuenta de la importancia que tiene! El polémico edil no duda nunca en desprestigiar todo cuanto se aparta de su tiránico pensamiento y, por supuesto, no le importa el daño que puede hacer.

Quizá tanto señor oscuro no dejó ver que las odaliscas que grácilmente danzaban para deleite de hombres potencialmente violadores y asesinos de mujeres por el hecho de serlo, y, supongo, que también para goce de alguna persona menstruante sea cis o zas, representaban a las esclavas sexuales de ese refinado mundo musulmán que tanto añora esta izquierda en Al-Andalus. Esclavas sexuales que en el caso del idolatrado Abderramán III superaban las 6.000; otras con peor suerte fueron llevadas, tras la invasión, a los harenes de los califas de oriente en un número que hoy parece inconcebible, equivalente a secuestrar en la España actual a cerca de un millón de niñas de entre 12 y 15 años. ¿Quiso humillar también a las mujeres víctimas del tráfico sexual?

Este hecho aparentemente intrascendente refleja el daño que la política del odio y la cancelación está haciendo a la sociedad. Aceptar su discurso es echar ácido a nuestra convivencia democrática por eso me río de todas sus trampas verbales. Paco, ni caso.