Tradicionalmente, los meses de julio y agosto han sido una época en la que se tendía a disfrutar con las vacaciones de verano de los esfuerzos previos del trabajo de los meses previos, y de un duro invierno. Y que con el calor lo que apetecía era irse de viaje y disfrutar de un mes entero en cualquier lugar, olvidándolo todo y disfrutando de los placeres de la vida. Pero las dificultades económicas fueron reduciendo el periodo de esas vacaciones fuera de casa, - quien podía disfrutarlas- al punto de que cuando la evolución de la sociedad debía dirigirse a mejorar las condiciones resulta que diversos acontecimientos por todos conocidos han llevado a una situación en la que la inflación se ha apoderado de la realidad y ha cambiado los planes y el ritmo de la sociedad entera.

Por otro lado, cuando se esperaba que la guerra se fuera calmando para dejar paso a la cordura y al buen entendimiento entre las personas para fijar la pauta de la paz, resulta que no paran de salir más amenazas y conflictos en otros lugres del mundo, como si existiera una especie de carrera para ver quien pone más piedras en el camino para evitar que se tome ya un rumbo de crucero para que entre todos los países se contribuya con el entendimiento y la razón a la apuesta en común para salir de toda esta situación de locura colectiva que se ha apoderado del planeta. Y es que parece que todo se está llevando a una deriva acerca de comprobar quién la hace más grande y quien pone encima del “tapete de juego” el error de más bulto y la piedra más gorda.

Empezó la cosa con el maldito virus que desestabilizó el mundo de golpe, y que después ha venido arrastrando otras enfermedades más raras como la viruela del mono, y ahora esa extraña hepatitis infantil que se está cobrando la vida de niños. Y todavía se sigue elucubrando sobre el origen del COVID que hasta puede haber sido originado intencionadamente en una clara prueba del ansia de autodestrucción que existe con tal de hacer primar los espurios intereses económicos de algunos que son los que están matando el planeta.

Pues bien, con todo este escenario resulta que la inflación es ahora el argumento recurrente, y una realidad que ha ido cambiando el paso a la sociedad, porque frente a esa inhibición que solía existir en Verano a mirar el gasto, primando el descanso y en disfrutar del sol y la playa, resulta que la inflación está obligando más a la gente a quedarse en casa y a esperar acontecimientos ante la subida constante de los precios, y ante una indefinición de que más nos van a deparar los meses venideros.

Ante esta situación y con el fin de controlar el gasto, incluso las últimas noticias señalan que la OCU ha lanzado una calculadora para saber ajustar los gastos ante la inflación, a fin de que con esta herramienta se busque paliar las subidas de los precios y la pérdida de poder adquisitivo en las familias. Esta herramienta refleja las pautas de consumo personal con el fin de ajustarlo a los gastos y así paliar las subidas de precio y la pérdida de poder adquisitivo en las familias y para poder hacer uso de ella, el consumidor tendrá que entrar en este enlace de la web de la OCU (https://www.ocu.org/dinero/deposito-inversion/calculadora/calculo-ipc) y calcular el IPC real del hogar. Indicará el lugar donde reside, las fechas sobre las que quiere hacer el cálculo (mensual, semestral, etcétera) e informará del importe aproximado que anualmente dedica a las partidas de alimentación, bebidas, ropa, vivienda, muebles y transporte, entre otras.

La noticia es importante, porque los sueldos e ingresos de los ciudadanos son los mismos y los precios de las cosas son mayores, lo que convierte la época de más consumo, junto con la de Navidad, en aquella en la que hay que controlar el gasto y vigilar el personal para evitar entrar en una situación de endeudamiento. Por ello, pocos podrían imaginar que a estas alturas resultara que en los meses de vacaciones se estuviera pensando más en controlar el gasto y valorar la inflación que en disfrutar de las merecidas vacaciones. Por ello, lo que antes eran veinte días de vacaciones ahora son cinco o seis en algún lugar, o en ninguno siquiera, y pasarlas enteras en casa para evitar un gasto suntuario que no es posible soportar. Así, aquella foto antigua de llenar el coche con muchas maletas y ganas de estar fuera de tu casa muchos días deja el paso a otra de mayor contención del gasto ante esas noticias de la subida de precios, porque es curioso que a la famosa cuesta de enero hayamos tenido que añadir ahora… la de agosto.