La nueva Guía para planificar ciudades saludables elaborada en el marco del Convenio para la potenciación de la Red Española de Ciudades Saludables y la implementación local de la Estrategia de Promoción de la Salud y Prevención, suscrita por el Ministerio de Sanidad y la FEMP, puede ser una buena base de partida para introducir algunos de los argumentos tratados en el Urbanismo de la Luz.

En la misma se habla, por fin, de «contaminación visual» también en horas nocturnas, tratando el problema del control de la luz intrusiva en nuestras viviendas, como forma de contaminación atmosférica.

Leyéndola, echo de menos una referencia a la iluminación como medio potente para reforzar el sentido de pertenencia. Y es que resaltar los símbolos urbanos durante la noche, refuerza la identidad y apoya la orientación.

Es evidente la gran atención hacia los peatones, a los espacios públicos para la convivencia, a los medios de transporte público y a los vehículos de movilidad personal que necesitarán de un cambio cultural también en el diseño de la iluminación.

En todo caso, un Plan Director de Iluminación y del Paisaje Urbano Nocturno es una herramienta que se integra perfectamente con los objetivos de esta Guía.

Leído y bien subrayado el documento, destacaría de él, los siguientes puntos que considero se deben poner sobre la mesa en todos los proyectos. Unos por innovadores y otros por evidentes, pero que a veces no tenemos en cuenta:

  • La creación de espacios verdes y su mantenimiento no es un gasto. Es una inversión, ya que reduce el gasto en salud pública y otros servicios derivados de la falta de salud.
  • Fomento del espacio público como espacio estancial y no de paso.
  • Atajar el problema del calentamiento de las ciudades mediante diferentes técnicas: Espacios verdes, tanto a nivel calle como azoteas y el uso asfaltos y aceras claras.
  • Pensar las ciudades para ser caminadas, organizar las infraestructuras y servicios básicos de tal forma que se fomente el caminar o uso del transporte público.
  • Aumentar los espacios naturales, grandes, medianos y pequeños de tal manera que siempre se encuentren a una distancia inferior a 10 minutos a pie de cualquier parte de la ciudad.
  • Tener en cuenta a todos los colectivos a la hora de planificar la ciudad. Peatones, caminantes, usuarios de bicicletas y similares, deportistas, ancianos, personas con discapacidad y en especial a los niños y adolescentes, ya que no tienen voz propia y son un actor clave en las ciudades.
  • La importancia que tiene el camino a la escuela en la formación de los más jóvenes, por lo que se debe potenciar el poder caminar de forma segura a los centros escolares.
  • Creación y fomento de espacios intergeneracionales, además de espacios de convivencia pensados para incentivar la reunión y conversación, la práctica del deporte, y el desarrollo de acciones culturales y sociales. Estos espacios deben de ser flexibles, polivalentes y funcionales.
  • Recuperar el solar vacío o «descampado» como parte de los espacios naturales en las ciudades, ya que en ocasiones es el primer contacto con la naturaleza salvaje de los niños.
  • Importancia de las zonas sin pavimentar y el uso de pavimentos permeables.
  • Cambiar el paradigma del asfalto negro y pavimentos oscuros en favor de los colores claros que tengan un menor coeficiente de albeldo.

Para bien o para mal, casi todo esto depende de la Administración Pública y lo atrevidos que quieran (o puedan ser) en la redacción de proyectos que impulsen esta transformación tan necesaria y urgente.

La rotundidad de las cifras, contrastadas científicamente, viene a consolidar el dicho de que «la Sostenibilidad no es un Mito, es un Hito», una nueva máxima de urbanización y desarrollo a la que hemos de atender. Cualquier necesaria inversión para conectar el alumbrado exterior al Sol, es amortizable a corto plazo, sin embargo, si hay un gran presupuesto, aunque muy mermado, dejaría de beneficiar a gestores, operadores, proveedores y financieros. De todas maneras, no es atrevimiento ni osadía lo que necesitan nuestros administradores públicos sino la implicación y responsabilidad pública que asumen con su nómina.

La administración pública local y los diferentes gobiernos tienen que ser valientes y aplicar medidas como las comentadas lo antes posible, pero para ello será necesaria mucha pedagogía.

También la ciudadanía debe asumir parte de responsabilidad, entendiendo que no iremos por el mejor de los caminos si no aplicamos lo nuevo, más sano, más social y sostenible, que en ocasiones, no es la vía más fácil.