San Roque, nombre que significa «fuerte como roca», es un santo muy venerado y objeto de una gran devoción popular, aunque resulta difícil separar lo cierto de lo novelesco en su biografía.

De los escasos documentos históricos sobre él se deduce que nació de una noble familia de Montpellier (Francia) entre el final del siglo XIII o mediados del XIV, y que quedó huérfano a los veinte años, demostrando ya desde entonces su vocación de entrega a Cristo, pues decidió vender todas sus posesiones, repartir el dinero entre los pobres y hacer una peregrinación a Roma, que sufría una terrible peste. Por el camino tropieza con la epidemia y comienza su labor curativa y taumatúrgica. Al llegar a Roma despliega una actividad prodigiosa, su caridad no encuentra límites para curar, consolar y elevar el ánimo de todos los afectados por la calamidad. Su labor roza lo milagroso, arrancando la admiración y la devoción de las gentes, no solo allí sino también en CesenaRíminiNovara y otros lugares de Italia, a donde se desplaza en su lucha abnegada contra la enfermedad. En Piacenza finalmente Roque se contagia, su cuerpo quedó lleno de manchas negras y úlceras. Entonces le desprecian y lo dejan solo, expulsándolo del hospital e, incluso, de los muros de la villa. Roque se interna en el bosque y con ramas de árboles construye una mísera cabaña en espera de la hora de la muerte. Pero Dios no le abandona. Todos los días un perro le lleva en la boca un panecillo y le lame las llagas, hasta que un día el amo del perro descubrió lo que ocurría. Entonces él se encargó de cuidar a Roque y curarle sus llagas. Cuando se recuperó, regresó a la ciudad, donde siguió curando no solo a personas, sino también a animales.

Después Roque regresa a Montpellier donde lo confundieron con un espía y lo tomaron prisionero y un tío suyo, por entonces alcalde, no lo reconoce y lo encarcela, pues Roque no desvela su identidad. Finalmente, tras un largo periodo en prisión, un 16 de agosto muere, entre los años 1376 a 1379. Su cuerpo resplandeciente atrae la admiración de todos, y su tío, al ver la cruz grabada en su pecho y con la que Roque había nacido, cae en la cuenta de que es su sobrino.

La veneración popular comienza casi inmediatamente, al experimentarse su intercesión especial contra la peste, terrible azote durante toda la historia pasada. Fue canonizado, entre 1414—1418, en el Concilio de Constanza, donde tras de su invocación cesó inmediatamente la peste que amenazaba la ciudad alemana. Su culto fue confirmado por el papa Urbano VIII y por dos decretos de la Sagrada Congregación de Ritos del 26 de julio y 29 de noviembre de 1629, quedando fijada su fiesta para el 16 de agosto.

En el siglo XVII la devoción del santo se encuentra ya extendida por todas las partes del orbe, pues trascendió también a Oriente y entre los pueblos eslavos y nórdicos. Numerosas cofradías se organizan bajo su advocación y es Patrono de multitud de pueblos y regiones del mundo. Toda Europa e Hispanoamérica están sembradas de templos dedicados a san Roque.

En 1559 Alicante sufría una terrible epidemia de peste que amenazaba acabar con la población, entonces los afligidos alicantinos se acogieron a la milagrosa intercesión de san Roque, a quien aclamaron Copatrono de la ciudad, erigiéndole una ermita al pie de la Ereta, cerro situado en la falda del Benacantil. Y todos los 16 de agosto se celebraban solemnes actos religiosos en honor del santo, mientras que los alicantinos festejaban el día de su Copatrono con grandes demostraciones de alegría, según se nos cuenta en la Crónica de Viravéns, que dice. ≪En la velada de San Roque subía el pueblo a visitar la ermita del ínclito varón motivo del popular festejo, y su exterior se iluminaba profusamente, adornándose por tres días las calles inmediatas con banderas, grímpolas y arcos de follaje… Los vecinos pasaban las noches en alegres bailes y entonando expresivos cantares al son de bandolas, guitarras y bandurrias, mientras en el terrado del Santuario sonaba una dulzaina, invitando al vecindario a la bulliciosa fiesta.≫

Ahora la festividad de san Roque ha desaparecido en Alicante, aunque su fiesta todavía la conmemoran hoy con sencillez los vecinos de aquella zona del Casco Antiguo, herederos de esta multisecular celebración, que continúa manifestándose con pujanza en muchos otros lugares.