La importancia de los Planes de Acción Territorial (P.A.T.) viene determinada en la LOTUP, en su art. 16 cuando dice: Son instrumentos de ordenación que desarrollan, en ámbitos territoriales concretos o en ámbitos sectoriales específicos, los objetivos, principios y criterios de la Estrategia Territorial de la Comunidad Valenciana.

Su ámbito puede comprender, en todo o en parte, varios términos municipales y, entre sus funciones, pueden citarse: Definir los objetivos, principios y criterios territoriales para las actuaciones sectoriales supramunicipales de las administraciones públicas y proponer acciones, proyectos, directrices y fórmulas de gobernanza territorial, para asegurar un desarrollo eficiente y racional, entre otros.

Son, por tanto, instrumentos muy útiles para favorecer un desarrollo urbanístico sostenible y que supere los estrechos marcos municipales tradicionales. Probablemente por ello, su desarrollo se está llevando a cabo con una lentitud extraordinaria. La coordinación territorial nunca ha tenido mucha aceptación en ningún Ayuntamiento. Cada uno siempre ha pensado que su municipio es una especie de «reino de taifa» en el que podía planificar lo que quisiera sin mayor preocupación. Y la coordinación territorial, que corresponde a la Generalitat, siempre ha dejado bastante que desear. Así se han producido aprobaciones a Planes Generales que declaraban protegible una zona y, a continuación, también se aprobaba el del municipio vecino que declaraba edificable el espacio colindante.

Para evitar estas situaciones es necesario que haya voluntad política en los Ayuntamientos afectados y en la Generalitat y, hasta ahora, esto está por demostrar y a la realidad podemos remitirnos. A pesar de que la Ley lo dice, y desde hace años, los planes territoriales aprobados son muy escasos y aún menos ejecutados.

Y un ejemplo de ello es el que afecta a nuestra zona. Hace décadas que se anuncian proyectos para coordinar el urbanismo en la misma. Desde el famoso Triángulo Alicante-Elx-Santa Pola, que desapareció como si se lo hubiera tragado el otro, el de las Bermudas, hasta, por ejemplo, el PATEMAE. Nada se ha desarrollado, a pesar de las promesas y anuncios fantásticos.

Es lo que está pasando con la última propuesta, de momento, en este tema: En febrero de 2018 se presentó, en Elx, (antes lo había hecho en la UA) el avance del Plan Territorial Alicante-Elx, del que la Conselleria había iniciado su tramitación en 2016. Al conocer que lo que se pretendía, como siempre, era crear un área metropolitana entre ambas ciudades, con un claro predominio alicantino, la reacción ilicitana fue la de exigir un cambio en el objetivo, que se mejoraba al sustituir el término por el de área funcional, mucho más integrador. Exceptuando este cambio podría decirse que este plan, de funcional sólo tiene el nombre, está parado en su desarrollo seis años después de haberse iniciado, excepción hecha en temas de movilidad en la que, por cierto, Elx ha quedado excluida en la ampliación del TRAM.

Que desde Alicante capital no se reclame disponer de un documento así es casi comprensible. Allí nunca han tenido necesidad de estas cosas para conseguir muchos de sus objetivos, especialmente en inversión, por parte de la Generalitat. Si les va bien, para qué cambiar. Por otra parte, Alicante inició la revisión de su PGOU sin necesidad de ningún Plan Territorial. En Elx como el Plan General parece que está prohibido que se revise (se actúa a base de modificaciones puntuales a la carta), tampoco parece que preocupe mucho su ausencia.

Es difícil de justificar la despreocupación de ambos Ayuntamientos, los más importantes entre los 14 incluidos en el mismo, sobre el futuro de este Plan. Probablemente, y de cara a las próximas elecciones autonómicas, nos lo volverán a prometer. Tal vez algún año salga. Mientras tanto que cada Ayuntamiento se apañe.