¿Qué ha sido de Greta Thunberg? ¿Dónde están los chicos de Fridays for Future, aquellos escolares y universitarios que salían a protestar todos los viernes contra el calentamiento del planeta?

¿Los ha callado el fragor internacional en torno a la guerra de Ucrania? ¿O siguen protestando como solían, pero nuestros medios, demasiado ocupados por ese conflicto, se ha olvidado mientras tanto de ellos?

Y, sin embargo, proliferan los incendios y el calentamiento continúa, además a un ritmo acelerado, que se incrementará aún más porque esa guerra en suelo europeo ha hecho que los países olviden por el momento sus promesas de acabar con el carbón y las energías fósiles.

Los medios no han prestado apenas atención al último Global Assessment Report (el GAR2022), el informe de la ONU sobre los «riesgos sistémicos del futuro» en un mundo cada vez más interconectado y las posibles formas de hacerles frente.

Riesgos que van desde las pandemias hasta el cambio climático, la creciente desigualdad, la pobreza, las sequías, las guerras y sus consecuencias en forma de hambrunas y migraciones masivas.

A lo que hay que añadir ahora, por culpa del conflicto de Ucrania, el peligro de estallido de una guerra nuclear, que tendría consecuencias devastadoras para el conjunto de la humanidad.

El GAR2022 advierte de que muchas de las medidas que están adoptando últimamente los gobiernos de todo el mundo no hacen sino «acelerar el colapso de la civilización humana» y reclama un «cambio radica» para evitarlo.

Según algunos científicos, hemos llegado ya un punto de no retorno, mientras que otros creen que es todavía posible evitar la catástrofe aunque para ello no nos queda mucho tiempo.

Desde 1947, la junta directiva del Boletín de Científicos Atómicos de la Universidad de Chicago mantiene lo que llaman un Doomsday Clock, que puede traducirse por «Reloj del Apocalipsis o del Juicio Fina».

Según ese reloj simbólico, la especie humana está a minutos de la medianoche, es decir de su destrucción total, lo que se debería lo mismo a una guerra atómica como al cada vez más alarmante cambio climático.

Durante la presidencia estadounidense del republicano Donald Trump, los científicos que se encargan del Doomsday Clock situaron su aguja a sólo dos minutos de la catástrofe definitiva, pero ahora está ya a diez segundos.

Y esa catástrofe definitiva puede producirse lo mismo por una explosión nuclear que por asfixia. Como denuncia la activista canadiense Naomi Klein, «el planeta está ardiendo y a su cuidado están los incendiarios».

El nonagenario lingüista y activista estadounidense Noam Chomsky aprovechó su reciente presencia como orador invitado en la conferencia anual de la Sociedad de la Energía Solar de ese país para lanzar a su vez un aviso dramático.

«Nos encontramos en un momento crucial de la historia de la humanidad en el que hay que tomar decisiones que determinarán el futuro de la misma, si es que tiene algún futuro, lo que hay que poner en duda», advirtió.

Chomsky se refirió tanto a la «amenaza de guerra nuclear» como «a la falta de medidas contra el calentamiento letal del planeta», pero añadió otro motivo de preocupación: «el deterioro del discurso racional». Caminamos sonámbulos hacia el desastre.