Allá por el mes de julio comenzaron los incendios por la zona de Extremadura en nuestro país y publicamos en esta sección un artículo sobre estadísticas de incendios forestales y circunstancias concurrentes en los mismos, así como las consecuencias negativas que para nuestro país, su naturaleza y las propiedades y vidas humanas tiene el efecto multiplicador de la mezcla del inicio de una llama en una zona de bosque y el sofocante calor que hace en estas épocas, que, por otro lado, es lo normal.

Pero cuando te afecta de cerca ahora resulta que da realmente miedo y pánico ver las imágenes del fuego en nuestra Comunidad Valenciana en estos días y la situación de las familias que tienen propiedades en las zonas cercanas a los incendios y la impotencia que existe ante un huracán de llamas que se van alimentando conforme crece el foco del fuego cuando se va «comiendo» un árbol tras otro, ya que la propia víctima del incendio, como es el bosque, actúa, a su vez, como el mejor «alimento» del propio incendio, ya que se va aprovechando de su víctima para ir devorándola cada vez más, y gracias, precisamente, a la propia entrega de la víctima, que es el bosque, que le da más fuerza con la propia «gasolina» que va recogiendo el fuego con los árboles que alimentan al fuego y a una velocidad impresionante cuando, además, existe la mala suerte de que el viento colabore, encima, con el fuego, convirtiendo todo en una mezcla explosiva.

Los incendios forestales suponen un ejemplo claro de cuando la víctima se entrega al victimario, que es el fuego, y sin queja alguna se ve dañada mediante el crecimiento del daño con el paso del tiempo mientras la propia víctima que son nuestros bosques guarda silencio salvo que los equipos de extinción de incendios puedan vencer a ese fuego que actúa sin control y que se crece conforme va causando más daño.

Impresionante es, por otro lado, el trabajo de nuestros equipos de bomberos y los profesionales y voluntarios que colaboran en los actos de extinción de incendios jugándose, materialmente, la vida ante la proximidad de unas llamas que son muy traicioneras, ya que en algunos momentos ante la proximidad de los equipos de extinción al propio fuego para poder apagarlo ponen en riesgo su vida. Hay que quitarse el sombrero ante la profesionalidad y valentía de estos grupos de profesionales que se juegan la vida cada vez que se desplazan al lugar del incendio y se meten «dentro de él» para poder ir paulatinamente apagando los pequeños focos en un trabajo lento que solo es eficaz si se meten dentro para ir apagando las llamas y evitar la propagación. Y son sorprendentes las imágenes cuando el fuego llega cerca de poblaciones que ven acercarse a un incendio como si se tratara de un gran dragón que quiere engullir a un pueblo entero si no es vencido por el efecto del agua. La sensación de impotencia que se produce en estos casos en muchos ciudadanos que ven cómo se acerca un incendio a sus viviendas suele ser terrible.

Por todo ello, la reflexión ante la repetición de estos hechos todos los años nos llevan a la necesidad del debate acerca de una protocolización de actuaciones colectivas para mejorar la prevención, que es desde donde se debe actuar para ser positivos y eficaces para que estos hechos no se reproduzcan con la virulencia que lo hacen. Sin embargo, hay un dato que es demoledor, ya que según los datos estadísticos, los incendios intencionados supone el 60% de los producidos cada año con la acción de pirómanos, vandalismo, animadversiones personales, etcétera. Mientras tanto, las negligencias o causas accidentales ocupan un 25% de los que provocan los incendios, y luego cuestiones relativas a una facilitación de los incendios cuando no se ha actuado bien en el entorno de las zonas para evitar que estos hechos se produzcan cuando ante en épocas de excesivo calor, como el que venimos soportando, cualquier chispa o razón que actúe sobre ramas u hojarasca suponga y actúe como un mechero que va a ver acompañado su difusión con el propio bosque que, como decimos, va a ser su propia víctima y causa del efecto multiplicador para producir el efecto devastador que supone en un inicio de un incendio la concurrencia de causas que ayuden a su propagación.

Ante ello debería atenderse por la población en mejor medida a cumplir los consejos que se dan cuando se acude a un bosque y mejorar esta información que se debe dar a la ciudadanía, porque hay mucho imprudente que sigue desoyendo estas recomendaciones, además de aquellos que lo hacen de forma intencionada. Porque el daño del fuego es terrible ante la dificultad de la regeneración de zonas que muchos no podrán ya ver.