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Joaquín Rábago

¿Cambia el viento para Zelenski?

Archivo - Volodimir Zelenski, presidente de Ucrania PRESIDENCIA DE UCRANIA - Archivo

Es significativo que algunos de los grandes medios de comunicación occidentales parezcan comenzar ya a dudar de las posibilidades de victoria de Ucrania frente al invasor ruso.

En la agencia de información económica norteamericana Bloomberg, el periodista español Javier Blas, especializado en materias primas y en ningún caso sospechoso de rusofilia, sostenía recientemente que Putin está “ganando la guerra de los mercados energéticos” y lo atribuía a varios factores.

El comercio del petróleo ruso ha vuelto a niveles prebélicos pese a todos los pronósticos contrarios de los medios occidentales, y Rusia, que en un primer momento había vendido su crudo a China o la India con un gran descuento, ha visto cómo se recuperaban los precios debido a la carestía, lo que significa que las sanciones contra Moscú no funcionan como se pretendía.

Por otro lado, si en la primavera, los gobiernos occidentales pensaban que la OPEP, liderada por Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, abandonaría su alianza con Rusia, ha ocurrido lo contrario pese a las fuertes presiones de Washington.

Con vistas al otoño y el invierno próximos, el aumento de la demanda de electricidad, sumado a la galopante inflación, puede acabar erosionando la solidaridad de los occidentales con el país invadido.

Por lo filtrado a la prensa norteamericana desde el propio Gobierno de Washington, éste parece además decepcionado con ciertas decisiones del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, como su destitución de algunos sus colaboradores más próximos.

El sociólogo, antropólogo y miembro del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales de EEUU (CSIS) Gerald Hyman escribía en el último número de la revista bimensual The National Interest que las peticiones de ayuda internacional de Zelenski no tienen ya una acogida tan favorable como al principio.

El presidente ucraniano parece no darse nunca por satisfecho: en la reunión de Davos dijo a los líderes allí reunidos que su país necesitaba de Occidente 5.000 millones de dólares al mes como compensación por las pérdidas sufridas por la invasión rusa, cantidad que mientras tanto ha elevado a 7.000 millones.

Pero por dramática que sea la situación de ese país, Ucrania “no es el único problema” del mundo, escribe Hyman, según el cual es probable que la insistencia de Zelenski suene cada vez más “petulante, hipócrita, tendente al reproche, exigente e incluso mezquina y ávida”.

Y añadía: “Si Rusia puede aguantar una guerra de desgaste que parece no tener fin (…), la tan merecida como sorprendente popularidad interna de Zelenski podría desvanecerse conforme el frío, las privaciones, las lágrimas, la destrucción y la devastación se contrapongan a la rabia, la furia y el patriotismo actuales”.

Pero ese cansancio no debería limitarse al propio país atacado, sino que, como pronostica el analista estadounidense, puede afectar también a ciudadanos de los países que hasta ahora le han apoyado, siguiendo en ello, decimos nosotros, a sus gobiernos y medios de comunicación, y que están sufriendo ya en su propia carne las consecuencias económicas del bloqueo de Rusia.

Lo último que sabemos de la guerra de Ucrania tiene que ver con el peligro de los bombardeos en torno a la central nuclear de Zaporiyia, la mayor de Europa, y que sigue funcionando bajo el control de las Fuerzas Armadas rusas.

Ucrania responsabiliza de esos ataques a Moscú, pero, sin que sea posible establecer a ciencia cierta quién es el culpable, parece absurdo que los rusos se bombardeen a sí mismos.

En el caso de que los responsables fueran los resistentes ucranianos, el objetivo podría ser conseguir que los rusos se retirasen de allí, lo que facilitaría la anunciada contraofensiva, que tanto tarda en llegar.

El problema es que si se produjera un incidente nuclear realmente grave, la OTAN podría verse obligada a actuar directamente, con el consiguiente peligro de escalada bélica, que nadie en su sano juicio podría desear.

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