La primera película sueca que recuerdo haber visto fue El séptimo sello, que, rodada en sobrecogedor blanco y negro por Ingmar Berman, ganó el Premio Especial del Jurado y fue nominada a la Palma de Oro en el Festival de Cannes. Yo era un adolescente y la película me impactó. Como las otras que también se fueron estrenando en España del gran director sueco: El manantial de la doncella, por la que recibió el Óscar a la mejor película extranjera, el Globo de Oro y un premio especial en el Festival de Cannes; Fresas salvajes, nominada al Óscar al mejor guion y ganadora del Globo de Oro y del Oso de Oro en el Festival de Berlín. Porque cada nueva película de Berman se convertía en un acontecimiento cinematográfico del que se podía disfrutar: Los comulgantes; Como en un espejo, que ganó nuevamente el Óscar a la mejor película extranjera; Gritos y susurros, con tres nominaciones a los Óscar y premios en Cannes; Sonata de otoño, nominada a los Óscar y los César, ganando el Globo de Oro a la mejor película extranjera; El huevo de la serpiente; Fanny y Alexander, que volvió a ganar el Óscar, el Globo de Oro y el César a la mejor película extranjera, además de otras nominaciones. Max von Sydow y Liv Ullman, eran el actor y la actriz fetiches de muchas de las películas de Bergman, que convirtió el cine sueco en sinónimo de excelencia…

Ahora, los fines de semana, tras las noticias de las tres de la tarde, en TVE suelen proyectar películas que te ayudan a echar alguna cabezada. Estas películas, generalmente con tramas románticas, están ambientadas en impolutas poblaciones alemanas, austriacas y, sobre todo, suecas; o mejor, en paradisiacos lugares de aquellas campiñas, de exuberante vegetación y maravillosos paisajes de deslumbrante colorido. El desfile de las mansiones escenario de la acción es también fascinante. Y la trama siempre transcurre en primavera, verano, alguna vez en otoño, pero nunca en invierno. Ello permite mostrar admirables panoramas de lagos, de bosques, de jardines con una verdadera explosión de plantas, flores y colores. Para mis ojos, acostumbrados a la sequedad de estos ambientes alicantinos, reconozco que independientemente de los argumentos, es bastante agradable ver esas películas. Aunque los guiones siempre son intrascendentes y parecidos. Además, nunca aparecen gentes humildes, ¿por qué de ‘eso’ allí no hay? Y en estas peliculitas, que TVE proyecta sin solución de continuidad, los intérpretes, mayores o jóvenes, se repiten a menudo, siguiendo el conocido esquema: ‘chico conoce a chica, pierda chica y recupera chica’. Y aunque esa chica tenga ya pareja, invariablemente se quedará con el chico que encuentra al principio por casualidad. ¡Qué lejos estas peliculitas multicolores de lo que fueron las laureadas películas de Ingmar Berman, algunas en un blanco y negro conmovedor!

En España hemos sido muy críticos con aquellas películas de ‘cine de barrio’, interpretadas por Alfredo Landa, Concha Velasco, Antonio Ozores, Lali Soldevila, Manuel Alexandre, Rafaela Aparicio, Paco Martínez Soria, Lina Morgan, Juanito Navarro, Chus Lampreave, Manolo Gómez Bur, Florinda Chico, José Luis López Vázquez, Gracita Morales, Antonio Resines, Marisa Paredes, Tony Leblanc, José Sazatornil, Agustín González, Arturo Fernández, Antonio Ferrándiz y todo un conjunto de actrices y actores que, cuando tuvieron ocasión, mostraron su valía como intérpretes en trabajos de notable importancia. Y me atrevo a asegurar que ninguno de los protagonistas de estas películas que TVE proyecta llegarán a ser lo que han sido muchos de los intérpretes españoles citados.

Porque me parece que estas películas suecas y alemanas sobre todo pretenden hacer propaganda de aquellos preciosos parajes e, involuntariamente, favorecer las siestas los fines de semana.