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Matías Vallés

Santa Moderna contra San Pfizer

Pfizer.

La humanidad no se recuperará del crimen de haber elevado una pandemia evidente y mortífera al rango de religión. La mínima disidencia era aplastada, el apoyo debía ser ciego con independencia de los atentados contra la libertad cometidos en nombre de la covid. La pantomima supersticiosa incluyó la investidura con el rango de ONGs altruistas de los mayores depredadores del mercado científico, las empresas farmacéuticas. San Pfizer, Santa Moderna y otros eslabones del santoral no persiguieron las vacunas para engordar sus beneficios, sino porque se desvelan por la salud de las personas. Imaginen la sorpresa, al difundirse que las santidades citadas se enfrentan en un vulgar pleito por robo de patentes, en la acusación ante los tribunales de la segunda contra la primera.

Ahora que las farmacéuticas se despellejan, es un buen momento para recordar que se puede ser un devoto de las vacunas sin olvidar que son un negocio antes que un remedio. El pleito de Santa Moderna contra San Pfizer por copiar su «tecnología puntera» del ARN mensajero ha envenenado el oasis covid, y esto solo es el principio. Los astrólogos también conocidos como epidemiólogos, que no acertaron una sola predicción sobre la eclosión y remisión del coronavirus, han de decidir ahora también con una voz única qué laboratorio es Dios y cuál es Belcebú, para expulsarlo a los infiernos. A partir de ese momento, cualquier ser humano que exprese una reticencia sobre la condenación sufrirá mayor pena que si recordara que Boris Johnson fue el primero en enfrentarse a Putin.

Observarán que este triste artículo no se pronuncia sobre el laboratorio al que asiste la razón, en la inesperada ruptura de la unanimidad pandémica. Se atendrá escrupulosamente al dogma de las autoridades sanitarias, porque apoyar a la farmacéutica ayer canonizada y hoy satanizada conlleva cárcel por negacionismo. Y por supuesto, el conflicto judicial no tiene nada que ver con los 52 mil millones de euros en juego en la temporada otoño-invierno de las vacunas de moda.

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