Mañana jueves, Carlos González, a las doce del mediodía, será proclamado candidato del PSOE a la Alcaldía de Elche. Nunca los socialistas habían elegido con tanta anticipación a su cabeza de lista pues faltan nueve meses y medio para la cita con las urnas, que serán el último domingo de mayo de 2023. La decisión de Pedro Sánchez, de adelantar al máximo la designación de los cabezas visibles en las grandes ciudades, se quiera ver o no, supone entrar en campaña a partir de este viernes porque será difícil que cualquier decisión, anuncio o inauguración no se vea desde la oposición como un acto electoralista. Para el que ha sido regidor de la ciudad de las palmeras desde 2015, este mandato 2019-2023 ya ha acabado y comenzado el siguiente.

Y será difícil que todo eso, que la tensión de esa larga espera del adiós, no trascienda porque aquí, del tren del sueldo público, nadie se quiere bajar.

En cambio, para los concejales que formaron la lista junto a él los meses que se anuncian no serán fáciles. Antes de finalizar el año está previsto, porque así se ha decidido también desde Ferraz, que se conozcan los nombres en cremallera, mujer-hombre o viceversa, que acompañarán a los principales candidatos. Cinco meses antes de las municipales habrá ediles que sabrán que no siguen frente a otros que sí. Murmurarán entre pasillos y se buscarán culpables. Se compararán por lo que el otro no ha hecho. Ninguno se inmolará o asumirá errores. Y será difícil que todo eso, que la tensión de esa larga espera del adiós, no trascienda porque aquí, del tren del sueldo público, nadie se quiere bajar. Y entender cómo será su agonía hasta mayo, cuando ni su partido confía en él, será difícil de entender.

González va a ser candidato por tercera vez en Elche y por segunda vez sin contar con un respaldo de buena parte de su propio partido. Para que esto en política suceda se han tenido que concatenar una serie de factores a su favor equiparables a la llegada de Bragarnik al Martínez Valero y el ascenso a Primera División. Ni González ni Bragarnik deben jugar a la Lotería porque ya les ha tocado, aunque para ello pusieron todo de su parte.

Pese a que el lunes se le definiera al regidor por la ejecutiva que lo avaló en un breve comunicado como: «La mejor garantía de continuidad de las políticas progresivas en nuestra ciudad» y pese a los esfuerzos de ambos, de alcalde y de secretario general, por aparentar una buena sintonía desde hace años, la realidad es que el miedo a perder ha podido más que la necesidad de impulsar lo que numerosas voces dentro del PSOE llevan tiempo reclamando: un cambio.

González no es un hombre de Ximo Puig, que nadie lo dude, pero el president tiene claro que no hay otro candidato en Elche mejor que él para obtener más votos que le ayuden a revalidarse

No es Soler un cobarde, lo que ha pasado en Elche es un fiel reflejo de lo que estamos viendo en toda España: un alcalde que continúa pese a su propio partido. Por bueno que sea su perfil, pese a que todos admitan que es la cara más reconocible para ganar unas elecciones, la ejecutiva, que no cree en él se niega a sí misma y termina por colocarlo pese a considerar que no es «uno de los suyos» y, encima, lo vitorea. Con ello, se opta por evitar una confrontación con el resto de estamentos del partido que estaban interesados en que siguiera el que estaba, sin darle mayor importancia a su nombre porque, insisto, hay un miedo acérrimo a la derrota. González no es un hombre de Ximo Puig, que nadie lo dude, pero el president tiene claro que no hay otro candidato en Elche mejor que él para obtener más votos que le ayuden a revalidarse por tercera vez al frente de un Consell en el que en su día prometió en público que no estaría más de dos mandatos.

La renovada ejecutiva del PSOE en Elche ya se ha quedado vieja. El impulso dado hace unos meses por Alejandro Soler, en nombres y en hombres y mujeres para escuchar nuevas formas de hacer política, traer nuevos aires y opiniones; el poner gente que confrontara directamente con el propio grupo municipal el cómo se están haciendo las cosas y expresar, de un modo crítico los evidentes errores que siempre existen en la gestión (sólo quien toma decisión se equivoca); o el evidenciar que el PSOE es una formación que necesita de la bicefalia como principales motor en una ciudad donde ha gobernado siempre en Democracia, salvo el periodo 2011-2015 con Mercedes Alonso (PP), todo eso ya no existe. La ejecutiva del PSOE es Alejandro Soler y no mueve un músculo si este no se lo dice, ni sus lugartenientes. No hay librepensadores, sólo hay fieles hasta la muerte.

Se opta por evitar una confrontación con el resto de estamentos del partido que estaban interesados en que siguiera el que estaba, sin darle mayor importancia a su nombre porque, insisto, hay un miedo acérrimo a la derrota.

Los socialistas ilicitanos que comandan el partido, que tanto han criticado a González pero que tan honestos le han sido en todo momento, que se han mordido la lengua en más de una ocasión y que han callado a la espera de que, tal y como tenían previsto, cayera en cuestión de nueve meses, ahora corren como pollos sin cabeza.

Dicen que en los momentos de crisis es cuando se ven los liderazgos y en Elche, y aunque lo pueda parecer, Alejandro Soler no lo es, como tampoco lo es en la provincia pese a haber conseguido la secretaría provincial pese a todos. En Elche, como en tantos lugares, el líder es desde hace mucho tiempo el miedo a perder.