¿Qué es un alicantino? Un alicantino es un ser que habita en algún lugar de la provincia de Alicante y que, desde ayer mismo, tarda en llegar al mismo sitio de esta España centrípeta 32 minutos más que antes de ayer. La magia (negra) de esta transformación la ha obrado ADIF, en una evidencia incontrovertible de que la Constitución puede reconocer banalidades como que todos los españoles somos iguales, pero en la ley del tren, que dicta ADIF y bendice el Ministerio del ramo, hay españoles que llegan 32 minutos antes y españoles que llegan 32 minutos después. Es más, por haber, hay hasta habitantes de la Comunidad que también pierden o no pierden esa media hora y pico desde ayer. Y ahí ADIF tiene tanto que decir en el veredicto final, seguramente, como la propia Generalitat, que negoció con los cabezas de huevo del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias en Madrid, pero solo pudo conseguir que una parte, ¡y qué parte! de los habitantes de la Comunidad no perdieran esos 32 minutos cada vez que viajen a la Villa y Corte por vía férrea. Debo pensar y pienso que Arcadi España luchó como un jabato el asunto, y hasta se puso el casco de “Nasío pa matá”. Estos de Adif son gente peligrosa en el arte de negociar, no se crean. Pero el objetivo era Birmania, como en la peli bélica, no Alicante. “Yo hice todo lo que pude, mi teniente”. A Arcadi le creo. Pero es que yo ya me creo casi todo.

De hecho, me he creído tantas cosas que al final todo era mentira. Los aves “low cost” no necesitaban ir a Atocha por su sistema de seguridad porque, de hecho, a donde van a ir es a Chamartín. No había razón por tanto para sacarnos de Atocha. Los dos aves que van a parar en Atocha y partir de allí no son de la línea de Alicante, sino de la que parte y muere en Orihuela (en realidad la de Murcia, pero aún no llega) y que para más que un cercanías. Además, con horarios con muy poco atractivo. Todo suma, pero para restar.

Machado hablaría hoy de la España que llega a Atocha y la España que llega a Chamartín. Una de esas dos Españas, la de Chamartín, ha de helarle el minutero al alicantinito que viaja fuera de la terreta. Son 16 minutos más de trayecto hasta Madrid y otros 16 desde Chamartín a Atocha, es decir, al centro de la capital donde antes llegábamos directos. Un amigo los cronometró ayer mismo.

Ha dado igual que Alicante sea la segunda provincia de España, curiosamente detrás de Madrid, que más visitantes recibe. La que más viajeros de AVE genera de la Comunidad. Con una línea de alta velocidad que es la segunda más rentable de España. Ha dado igual todo porque los que damos igual en Madrid somos los habitantes de esta provincia. Como decía Serrat: “Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”.

Ximo Puig recibe con efusividad a Aitana Mas en el Foro Alicante Alex Domínguez

Y una cosa más:

Aitana Mas nos desarmó ayer con su sinceridad, quiero creer que sincera, valga la redundancia, en su intervención en el Foro Alicante. La vicepresidenta de la Generalitat nos desarmó tanto, saltándose el manual canónico de buenas costumbres preelectorales, que a punto estuvo de desarmarse a sí misma. En mi vida había oído a un grupo político que está en coalición con otro que la clave está en ir más unidos cerca de unas elecciones cuando lo normal es separar ofertas para que el electorado no se líe. Pero ella cree que esa será la piedra angular para que haya un tercer Botànic. Aitana evidenció que el problema no es el PSPV. La presencia de Ximo entre el público demuestra la importancia que el president le da a la sucesora de Oltra. Por cierto, lo mejor de Aitana fue cómo sorteó la pregunta de si creía que tras la caída de la ya ex líder había o no una conspiración. Ahí acertó de pleno, “pasando” de conspiraciones. Su problema no es solo Oltra, es un problema parecido a aquel que dirimían varios sesudos militantes en “La vida de Brian” para establecer si era peor el Frente Judaico Popular, el Frente Popular de Judea, la Unión Popular de Judea o los propios romanos. No sé si Mireia Mollà, que no acudió a apoyar a su vicepresidenta, tiene reciente la película, por cierto. Pero el riesgo es, y aquí viene “spoiler” como dice José Antonio Martínez en sus imprescindibles críticas de series, acabar en Compromís como acababan en aquella genial película: matándose todos entre ellos ante la sorpresa de los legionarios romanos cruzados de brazos. Esa es la sensación que dio ayer Aitana. Su intervención, en fondo y forma, estuvo más dirigida a los “uniformados” de su propia coalición que a los asistentes al Foro que íbamos de paisano. 

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