Al hilo de la noticia de que la Generalitat ha autorizado la primera de las plantas solares de Mutxamel, una de la docena de proyectos similares que está en tramitación en la zona, he recordado la intervención de Ximo Puig en el foro “Converses de Futur” que se celebró la semana pasada en Orihuela. Sus afirmaciones apuntaban a que la situación actual justificaba acelerar la implantación de este tipo de instalaciones solares que, a priori, provocan un daño supuestamente menor que otros medios de producción de energía y son reversibles. Fue un juicio, a mi modo de ver, algo precipitado y que seguramente tiene mucho que ver con la situación actual de altísimos precios energéticos y con los objetivos de descarbonización comprometidos ante la Unión Europea. La misma UE que, en función de los intereses de sus socios más importantes, ha aceptado la energía nuclear como  “verde” y que el carbón, al parecer, ya no contamine como antes. Cuando el zapato aprieta…

En el panel de invitados que formaban parte de aquella edición de “Converses de Futur”, estaba Ricardo Abadía, director del Centro de Investigación Agroalimentaria y Agroambiental de la UMH, que tuvo varias intervenciones muy serias y documentadas que bajaron un poco el “suflé” solar que el presidente Puig había presentado a los asistentes. Abadía lo sabe bien por dos cuestiones que domina: por el daño que una instalación de este tipo produce a la superficie sobre el que se asienta (científicamente aún por determinar) y el abandono de suelos hasta ahora agrícolas o ganaderos para convertirse en granjas solares masivas que implica. La crisis en el campo y la tentación continua de unas multinacionales que están hambrientas de suelo barato para las macroplantas nos empujan hacia una auténtica burbuja. Mientras, los sistemas de autoconsumo doméstico crecen, pero a menos velocidad de la que sería necesaria. Son caros, las subvenciones no llegan y además las eléctricas, listas ellas, pagan una miseria por el excedente de energía producida. Por ello, hacen falta las macroplantas, cada vez más grandes y, en muchos sentidos, cada vez más peligrosas. Les dejo un enlace, a los que estén especialmente interesados en este asunto, para bajarse un documento muy revelador: es la Guía para la elaboración de estudios de impacto ambiental de proyectos de plantas solares fotovoltaicas y sus infraestructuras de evacuación que ofrece el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico a promotores y consultores. Está claro que nada es inocuo en producción energética. Pero tampoco las macroplantas de energía solar pueden estar justificadas amparándose en que son "el mal menor".

Y una cosa más:

Sorprendió ayer la rectora Amparo Navarro con su reivindicación de la calidad de la escuela de negocios de la Universidad de Alicante, que calificó como “un servicio público” con más de 50 títulos de especialización y para la que pidió un refuerzo para sus prácticas, limitadas por la actual normativa. Navarro no quiso dejar pasar la oportunidad y entró así en la polémica desatada antes del verano por la crisis de Fundesem. La rectora destacó el carácter consolidado de la escuela, llegó a calificarla como “una cosa muy seria”, y el aval que supone tener detrás a la UA. Un aviso a navegantes cuyo objetivo era claro. La apertura del curso universitario 2022-23 fue, como en años anteriores, un acto muy reivindicativo en el que la financiación volvió a estar en el centro de las reclamaciones a la Generalitat. Excelente fue la novedosa e interesante lección inaugural sobre la prevención de la violencia de género desde la perspectiva de la salud pública que ofreció la catedrática Carmen Vives.

  

Te dejo nuestros titulares destacados: