El uso y control de los teléfonos móviles de una forma casi permanente por un elevado sector de la ciudadanía está dando lugar a situaciones en las que vemos a muchas personas que van por la calle leyendo constantemente mensajes de su teléfono móvil, como Whatsapp o correos electrónicos, y contestándolos a su vez. Existe una tendencia muy acusada de estar permanentemente conectados a nuestros dispositivos electrónicos e interactuar todo el rato como si nos fuera la vida en ello.

Todo ello, llega, en ocasiones, a parecer una especie de “dependencia emocional” del teléfono móvil que nos hace ver situaciones en las que comprobamos que hay personas que van por las aceras sin mirar si alguien viene por delante de ellos, o, si llegan a un cruce, casi ni se fijan si viene un vehículo. El caso es no despegar la vista del teléfono móvil, dándole más importante a la lectura de mensajes de todo tipo y de cualquier red social que de fijarse por dónde anda y/o a dónde se dirige.

Es un fenómeno total de abstracción de todo lo que rodea a estas personas para las que su “mundo” es su teléfono móvil y lo demás es total ajenidad. Ello ha llevado al punto de haberse creado y dado nombre a este tipo de peatones como el del peatón ausente. Y no puede ser más ajustada esta definición, debido a que se trata de personas que no son conscientes de que deben estar atentos a lo que están haciendo, que es dirigirse a algún sitio y prestar toda su atención y concentración al sitio por dónde andan.

El peligro más grave en estos casos es que estas personas que se consideran como peatones ausentes ni tan siquiera levantan la cabeza de su teléfono móvil cuando andan, que cuando llegan a un cruce con una calle donde circulan vehículos llegan a atravesarla sin levantar la cabeza de su móvil, lo que obliga a los conductores de vehículos a frenar en seco para no atropellarles, cuando, en su caso, se trataría de una culpa exclusiva de los peatones por introducirse en la calzada sin adoptar las medidas de prudencia exigibles.

Pero hay que incidir, una vez más, en un tema que hemos tratado en estas mismas líneas en otras ocasiones y es el relativo al cruce del paso de peatones, ya que hay personas que consideran que cuando se acercan a uno de estos pasos señalizados siempre tienen preferencia en cualquier caso que exista, y que es una especie de “barrera” que obliga siempre a los conductores a detenerse si un peatón se introduce en uno de estos pasos, lo que no es cierto, porque si el vehículo de motor ya estaba introducido muy cerca del paso de peatones la preferencia, a tenor del art. 124.1 c) del Real Decreto 1428/2003, de 21 de noviembre, por el que se aprueba el Reglamento General de Circulación, es del conductor del vehículo, ya que señala este precepto que los peatones sólo deben penetrar en la calzada cuando la distancia y la velocidad de los vehículos que se aproximen permitan hacerlo con seguridad.

Esto quiere decir que si un peatón llega a un paso de cebra y en ese momento está llegando y aproximándose un vehículo los peatones deben esperar a que pase el vehículo. Y, eso sí, ya el siguiente vehículo debe detenerse, porque le ha dado tiempo a ver que había un peatón. Pero lo que no es válido por el peatón es introducirse en la calzada obligando al conductor del vehículo a dar un brusco frenazo para que pase el peatón. En absoluto existe preferencia por este, aunque se trate de un paso de cebra, ya que el precepto citado es claro. Y ello se ha regulado así, precisamente para evitar frenazos bruscos de un vehículo que, incluso, provoquen un accidente de colisión por detrás si el que circulaba tras el vehículo no ha podido cerciorarse de que el peatón irrumpe por sorpresa en la calzada.

Por ello, la maniobra de los peatones correcta es esperar a que pase el vehículo y “hacerse visible” y con gesto visual para el vehículo siguiente de que va a cruzar el paso de cebra. Ahora bien, la sorpresa en estos casos es mayúscula, porque además de que hay personas que se introducen de forma sorpresiva e indebida en los pasos de peatones no respetando en estos casos la proximidad de los vehículos, hay otros, los peatones ausentes, que se introducen en pasos de cebra, y los que no lo son, sin mirar si vienen vehículos, esperando y confiando que los conductores se paren porque está pasando por la calzada, y siguen mirando su teléfono móvil.

Por todo ello, este tema que hemos comentado es tan común que lo estamos viendo todos los días en nuestras calles y los peatones deberían ser conscientes del peligro que corren.